Tuesday, February 20, 2007

Las Cartas de Jensen I

Las Cartas del Hermano Jensen

Watchtower Bible and Tract Society
25 Columbia Heights
Brooklyn, NY 11201

Asunto: El Tema de la Sangre y la Postura Correcta Acerca de Ella.

Estimados Hermanos:

Yo soy anciano de la congregación C.......... en C........Alabama. La razón por la que les escribo hoy no tiene nada que ver con ningún tipo de acción o comité judicial que se esté levando a cabo ahora, o que se esté planeando en el futuro dentro de nuestra congregación. El contenido de esta carta tiene que ver única y exclusivamente con mi actividad personal en el ministerio del campo, así como con personas con las que trato en el ámbito de la salud y de los servicios médicos. Esta carta es muy larga, así que de antemano les agradezco que la lean con atención en su totalidad y que le den respuesta.

Debido a cuestiones de trabajo seglar, yo estoy en contacto frecuente con doctores y con asuntos que tienen que ver con aseguranzas y coberturas médicas; en particular con lo relacionado al pago y a los beneficios que éstas ofrecen. En muchas ocasiones yo he hecho saber a estas personas cuestiones que tienes que ver con mi fe, y con las creencias de los Testigos de Jehová; todo esto en un clima de tolerancia y amabilidad. Las discusiones que he tenido con ellos jamás han dado lugar a distanciamientos ni a enfrentamientos de carácter personal y desagradable; y de hecho, un médico nos ha hablado de los beneficios que algunas personas han obtenido debido a nuestra postura en la cuestión de la sangre. En algunas ocasiones médicos y personal que trabaja en aseguranzas se han dirigido a mí para hacerme preguntas en lo relacionado al uso de la sangre para propósitos médicos; por lo regular, las preguntas que se me hacen son muy fáciles de contestar. Desafortunadamente en los últimos meses me han hecho preguntas para las cuales yo no creo tener respuesta, y esa es la razón por la cual les escribo. Antes de entrar de lleno a las preguntas que me conciernen, puedo decirles que he hablado con cuatro diferentes ancianos, así como con nuestro actual superintendente de circuito, el hermano W... Skogsberg, y ninguno de ellos pudo dar una respuesta satisfactoria a mis preguntas. Antes de hablar con esos hermanos, y antes de escribir esta carta he estudiado las Escrituras que hablan del tema que me atañe, así como las numerosas publicaciones que hablan con este asunto y que han sido publicadas por la Sociedad Watchtower. Varias personas me sugirieron que me comunicara con el comité de enlace con los hospitales, pero la verdad de las cosas es que no es mi intención molestarlos con preguntas que no son parte de su trabajo. Es por eso por lo que decidí escribirles y así tratar directamente el asunto.

En este asunto existen dos grupos que me solicitan respuestas, y cada uno espera una respuesta según sus propios intereses. Por una parte, las personas encargadas de las aseguranzas están interesadas en reducir los reclamos médicos que se hacen en contra de sus respectivas compañias; por otra parte, los doctores y el personal médico están interesados en obtener respuestas respecto a cómo tratar correctamente a un paciente identificado con la fe de los Testigos de Jehová. Ambas partes han escuchado con atención y respeto los argumentos bíblicos que he presentado en las ocasiones en que se me ha pedido intervenir. Yo les he dicho que nuestra organización dispone de un comité que hace las gestiones en lo referente al enlace con los hospitales, y que ese comité; sin duda alguna, tendrá mucho gusto en responder sus preguntas en persona. Desafortunadamente ellos me han dicho vez tras vez que ello se sienten más cómodos conmigo, y ellos prefieren tratar este tipo de asuntos de manera informal con su servidor. Este tipo de discusiones por lo regular sucede en un ambiente informal, y casi siempre nosotros hablamos acerca de esto a la hora del almuerzo.

Uno de los temas que más le interesan a los doctores con los que he hablado es la postura que tiene nuestra organización para con las personas que han decidido aceptar componentes sanguíneos. Ellos comprenden y respetan el proceso judicial que se efectúa en los casos en que es necesario llevar a cabo dicho proceso a fin de proteger el bienestar espiritual de la congregación. Sin embargo, ellos mostraron un interés especial en lo relacionado a la forma como los Testigos de Jehová tratan a la persona que ha aceptado derivados sanguíneos en una intervención quirúrgica. Yo les he recomendado las diferentes publicaciones y revistas de la Sociedad Watchtower que tratan ese tema; y de hecho, nosotros pasamos mucho tiempo analizando la revista La Atalaya en su edición del 1 de Junio de 1990. Una de las preguntas que ellos me hicieron tenía que ver con el porqué los Testigos de Jehová no tratan judicialmente con los publicadores que han aceptado inyecciones de derivados sanguíneos, siempre y cuando éstas provengan de fracciones de proteínas, hormonas, sales, o enzimas que se encuentran en la sangre; cuando por otra parte nosotros tratamos judicialmente con aquellos que han aceptado componentes de glóbulos rojos, glóbulos blancos, plaquetas o plasma, a pesar de éstos haber sido aceptados en forma separada, y no como sangre completa. La única diferencia que estos doctores vieron en nuestra postura es la pequeña diferencia en lo que respecta al contenido sanguíneo entre un componente y otro, y el grado o cantidad que se le administra al paciente. Ellos consideran a todos los componentes sangre en sí, independientemente de la definición que la Sociedad Watchtower da a lo que es la sangre, y ellos creen que nuestra tolerancia - o intolerancia- en este asunto, y las acciones judiciales que se efectúan en contra de la persona se determina basado en el grado de “Culpabilidad” que la persona pudiera sentir. Ellos me preguntaron por qué este asunto no es un asunto de conciencia en sí, en la cual la persona puede tomar las decisiones por su propia cuenta. Ellos también me preguntaron qué base o parámetro utiliza la Sociedad Watchtower para medir el grado de culpabilidad y arrepentimiento de la persona, y cuán confiable es el “Culpabilimetro” que utilizamos para juzgar a las personas.

En lo que respecta a asuntos de conciencia yo les recordé que los Testigos de Jehová tienen la libertad de hacer aquello que ellos deseen como individuos, y que nuestra organización solo provee pautas basadas en las Escrituras que determinan aquello que se permite practicar entre nosotros. Yo también les hice saber de forma muy clara que aunque entre nosotros se permite la utilización de derivados sanguíneos, los Testigos de Jehová no promovemos el uso de ningún tipo de productos sanguíneos. También les recordé que ellos no son pastores espirituales, y que como médicos su responsabilidad consistía en proveer la mejor atención médica posible, respetando los deseos y convicciones religiosas de sus pacientes.

Ellos me preguntaron lo siguiente en lo referente al proceso judicial - o no judicial- que se practica entre nosotros en los diversos casos en que se lleva a cabo una transfusión de sangre, o la utilización de derivados sanguíneos:

¿Es la cantidad de sangre, o de componentes sanguíneos que la persona acepta lo que determina si se trata judicialmente con una persona o no?

Si es así, ¿Cuánto o qué cantidad es la correcta para evitar o llevar a cabo un proceso judicial en contra de la persona?

Si no es la cantidad de componentes sanguíneos lo que determina si se efectúa un proceso judicial o no, entonces, ¿Qué es lo que determina si se efectúa un juicio o no? Si verdaderamente el asunto de la aceptación de la sangre y sus componentes son asuntos de conciencia individual, entonces, ¿Por qué de manera arbitraria se decide en ocasiones efectuar un juicio en contra de una persona y en otras no?

En lo que respecta a nuestro entendimiento del texto que encontramos en el libro de Hechos 15:29, ellos me preguntaron lo siguiente:

¿Cuál es la definición que dan los Testigos de Jehová respecto a lo que es la sangre?

¿Son todas las partes de la sangre “Sangre” o existen ciertos componentes de la sangre que nosotros no consideramos como sangre, a pesar de estar contenidos en ella, y cómo aplica en este caso el texto de Hechos 15:29?

¿Cuál es la diferencia bíblica que hace que algo sea considerado como sangre y algo no?

Desde un punto de vista bíblico, ¿Cuál es la diferencia entre las proteínas que se encuentran en la sangre en su condición natural, y los componentes que se derivan de ella? ¿Por qué algunas de estas proteínas y componentes se justifican como excusa o motivo para efectuar un juicio, mientras otros componentes son permitidos?

Si algunos derivados de la sangre no son considerados como la sangre de la que nos habla Hechos 15:29, ¿Cómo se llegó a esa conclusión?

Si los componentes de la sangre ya no son considerados como sangre una vez que estos han sido divididos en fracciones, ¿Cuán pequeña debe ser esa fracción para que esa sangre ya no sea considerada sangre?

¿Existe algún componente en particular mencionado en la Biblia que sea permitido o prohibido? Si no es así, ¿Cuáles son las razones bíblicas para permitir el uso de él por motivos de conciencia, al mismo tiempo que nuestra organización hace cumplir las Leyes de Dios en lo referente a la prohibición y abstención de la sangre?

¿Cuáles son las pautas judiciales de Dios que nos permiten aceptar ciertos derivados de sangre, al mismo tiempo que rechazamos otros?

Comprendo lo difícil que son estas preguntas, y esa es la razón por las que he provisto el contexto en que se me hicieron tales preguntas. En lo que respecta al texto de Hechos 15:29 también hubo una discusión en lo que se refiere a la forma en que los anticuerpos y las proteínas ingresan a la sangre por medio de la placenta. Ellos no aceptaron mis explicaciones bíblicas, y se negaron a aceptar que solo los anticuerpos y las proteínas ingresan a la sangre por medio de la placenta. Uno de ellos me preguntó: ¿Cómo crees tú que el agua llega al feto? El agua llega al feto por medio de la sangre de la madre; específicamente por medio del plasma de la madre. Él añadió: Aunque es verdad que los sistemas sanguíneos de la madre y del feto están separados, el feto se nutre por medio de la sangre de la madre. A ellos les pareció que la ley dada a Noé no tenía nada que ver con la relación del feto, y de la placenta de la madre.

A lo largo de nuestra discusión utilicé la tradicional ilustración acerca de la prohibición que da el médico a su paciente alcohólico, en el sentido que la prohibición de alcohol también incluye la abstención de consumo por medios intravenosos. En respuesta a esto un doctor contestó: Si como doctor tuyo te prohíbo que te abstengas de comer carne, ¿Significa esto que también te estoy prohibiendo que te abstengas de un transplante de órgano que puede salvar tu vida? Además, él me preguntó: Si como doctor te prohíbo que te abstengas de alcohol, ¿Significa que me opongo a que se utilice de alguna manera el alcohol para preservar y salvar tu vida? Le expliqué que mi ilustración tenía como objetivo explicar que el comer y la administración de sangre por medios intravenosos son cosas similares, y le recordé que el consumo de sangre de forma intencional y deliberada es una prohibición de Dios. Para serles sinceros, eso fue lo único que pude responder a esas preguntas, y también les dije que este tipo de prohibición no proviene de algún cirujano, sino del mismísimo Creador; y puesto que Él ordena la abstención de la sangre, nosotros solo obedecemos eso mandatos. Él estuvo de acuerdo y me dijo que él respetaba nuestra posición, solo que él veía un “Pequeño” problema con nuestra postura. Él añadió: Todo esto está muy bien, el problema es que los Testigos de Jehová son muy selectivos en lo que respecta a cómo cumplir y hacer cumplir los mandamientos de Dios. No entiendo por qué ustedes en ocasiones consideran a la sangre, sangre, y en ocasiones no. Todo sería mucho más sencillo si permitieran o negaran rotundamente el uso de la sangre para propósitos médicos.

También discutimos la forma en que los Testigos de Jehová ven la sangre en otro tipo de circunstancias; como por ejemplo, lo que se debe de hacer, y cómo debe tratarse la sangre cuando ésta ya no forma parte de la persona o del animal. En lo que respecta al mal uso y al desperdicio de la sangre por parte de los Testigos de Jehová - según su punto de vista - él me preguntó si yo tenía idea de cuánta sangre se desperdicia al procesar la sangre de tal manera que ésta ya no sea considerada sangre según las estipulaciones de la Sociedad Watchtower, y así poder ser utilizada por algún paciente de esa religión debido al grado de libertad de conciencia que se nos permite ejercer. Yo le contesté que no tenía la menor idea de cuánta sangre se desperdiciaba en dicho proceso - de hecho, aún ignoro la cantidad que se desperdicia-. Aunque él no me dio cifras específicas, sí me dijo que es mucha la sangre que se desperdicia con tal de satisfacer nuestras necesidades. Él me dijo que si yo consideraba objetable la transfusión de una sola gota de sangre, entonces yo debería ir al lugar donde se procesa la sangre para ver con mis propios ojos la enorme cantidad de sangre que se desperdicia cuando ellos reducen la sangre hasta un grado en que ésta pueda ser considerada como una “Fracción” aceptable. Aunque es verdad que ignoro por completo la cantidad de sangre que se desperdicia en ese proceso, el sentido común me dice que sin duda alguna es mucha, independientemente de si estas fracciones son inyectadas o suministradas intravenosamente a la persona o no, dado el hecho que nosotros consideramos como ofensa grave el mal uso de la sangre, según la edición del 15 de Octubre de 1981 de la revista La Atalaya. En esta edición la revista hace el siguiente comentario: “Tal comercialización de la sangre no estaría de acuerdo con el gran respeto que debemos al valor que representa la sangre como fuente y sostén de la vida”.

Es por eso por lo que les pregunto: ¿Existe alguna diferencia entre el trato que se le da a la sangre para propósitos comerciales que para propósitos médicos; sangre que es comprada y vendida con fines de lucro? ¿Acaso se tomó en cuenta el aspecto de la comercialización de la sangre a la hora en que se aprobó el uso de derivados sanguíneos? ¿Acaso no es esta comercialización tan inaceptable y reprensible como lo es el aceptar la transfusión de sangre entera; especialmente si tomamos en cuenta las grandes cantidades de sangre que son procesadas con la intención de ser comercializadas? ¿Podría un hermano dueño de un negocio que se dedicara a la comercialización de sangre considerarse como una amistad recomendable? ¿Sería diferente si el negocio de este hermano se dedicara solo a la elaboración de derivados sanguíneos; derivados que pueden comprarse, venderse, y consumirse según la conciencia del individuo? Es obvio pensar que la aceptación voluntaria de fracciones sanguíneas contribuye directamente al comercio de la sangre, así como a su desperdicio y a su almacenamiento.

Las personas que me han cuestionado no solo lo han hecho por que trabajan en el campo médico, sino también porque han mostrado un gran interés en la Palabra de Dios. Ellos en ningún momento han tratado de deshacer nuestra asociación, sino que el interés de ellos en el asunto de la sangre nace porque esa es la actividad en la que ellos se desenvuelven. Obviamente, no es necesario decirles que una gran cantidad de preguntas interesantes e importantes han nacido como consecuencia de ello. He tratado de sintetizar esta carta lo más que he podido; es por eso por lo que he omitido muchas cosas. Por favor, intenten contestar cada pregunta, asumiendo el hecho que la pregunta siguiente será más difícil de contestar. Es posible que la respuesta satisfactoria a estas preguntas resulte en un estudio bíblico con varias de estas personas.

También deseo saber cómo debemos los ancianos actuar con aquellos publicadores que deciden aceptar cierto componente sanguíneo, al tiempo que no ejercemos acción penal en contra de un publicador que ha decidido usar otro derivado sanguíneo, y las razones bíblicas para proceder de tal manera. La razón por la que hago esta pregunta se debe a lo confuso de lo que ustedes publicaron en la edición del 1 de Junio de 1990 de la revista La Atalaya, donde ustedes dicen:

“Otros han opinado que un suero (antitoxina), como la globulina inmunológica, que contiene solamente una fracción minúscula del plasma sanguíneo de un donante y que se usa para reforzar su defensa contra las enfermedades no es lo mismo que una transfusión de sangre para sustentar la vida. Así que tal vez su conciencia no les impida aceptar globulina inmunológica o fracciones similares. Pudieran concluir que en su caso la decisión se basará principalmente en si están dispuestos o no a aceptar cualesquier riesgos para la salud relacionados con una inyección de contenido tomado de la sangre de otras personas”.

En lo personal considero que hay dos cosas desconcertantes acerca de esta declaración:

Primeramente: Los doctores afirman que la transfusión de plasma o de glóbulos rojos puede salvar la vida de una persona. Sin embargo, esto también podría suceder si se usa el factor VIII. Ambos salvan vidas; ambas sostienen a la vida. Sin el factor VIII los hemofílicos solo podrían aspirar a un periodo de vida muy corto. Puesto que ambos salvan vidas, ¿Cómo determinamos cuál proceder es tolerable y cuál amerita acción judicial en contra de la persona? Además, también existe el uso de la albúmina para personas que han sido víctimas de quemaduras. Este componente sanguíneo también salva vidas.

Segundo: La declaración que dice:

“Otros han opinado que un suero (antitoxina), como la globulina inmunológica, que contiene solamente una fracción minúscula del plasma sanguíneo de un donante y que se usa para reforzar su defensa contra las enfermedades no es lo mismo que una transfusión de sangre para sustentar la vida. Así que tal vez su conciencia no les impida aceptar globulina inmunológica o fracciones similares. Pudieran concluir que en su caso la decisión se basará principalmente en si están dispuestos o no a aceptar cualesquier riesgos para la salud relacionados con una inyección de contenido tomado de la sangre de otras personas”.

Obviamente, esta declaración claramente indica que la conciencia del individuo juega un papel vital a la hora de decidir si se acepta o se rechaza la administración de derivados sanguíneos, o al menos eso es lo que yo entiendo cuando ustedes dicen: “Algunos pudieran concluir que en su caso la decisión se basará principalmente en si están dispuestos o no a aceptar cualesquier riesgos para la salud relacionados con una inyección de contenido tomado de la sangre de otras personas”. Es por eso por lo que les pregunto: ¿Qué sucede si la conciencia de la persona le permite aceptar componentes sanguíneos como el plasma, concluyendo que tal decisión se tomó después de sopesar los riesgos a la salud que el aceptar plasma conlleva?

¿Cómo podemos nosotros los ancianos utilizar este tipo de información y explicar bíblicamente por qué aceptamos ciertos derivados sanguíneos y rechazamos otros, y por qué algunos casos ameritan intervención judicial y otros no? He leído un sinnúmero de artículos relacionados con la sangre, pero ninguno de ello da información específica acerca de cómo actuar en casos como los que menciono, ni tampoco me ha sido de ayuda el hacer estas preguntas a otros ancianos.

A parte de esto tengo otra pregunta relacionada también con el asunto de la sangre. La revista La Atalaya, en su edición del 1 de Marzo de 1989 afirma que los Testigos de Jehová NO ACEPTAN ciertos procedimientos relacionados con la sangre:

“Sin embargo, los Testigos de Jehová NO aceptan este procedimiento. Desde mucho tiempo atrás hemos comprendido que tal sangre almacenada ciertamente ha dejado de ser parte de la persona. Ha sido completamente quitada de ella, y por lo tanto hay que deshacerse de la sangre de acuerdo con la Ley de Dios: “Debes derramarla sobre el suelo como agua”. (Deuteronomio 12:24.)

Este tipo de razonamientos se ve claramente a lo largo y ancho de este artículo. Debido a este razonamiento y a esta insistencia, me veo obligado a recordarles que TODAS LAS FRACCIONES SANGUÍNEAS utilizadas para fines médicos provienen de sangre que ha sido intencionalmente donada - y en ocasiones vendida para ser procesada, almacenada, y comercializada con afán de lucro-. Después de los procesos pertinentes esta sangre que había sido almacenada termina siendo administrada en la persona. Es por eso por lo que les pregunto: ¿Cómo podemos explicar y justificar bíblicamente algo que obviamente es una violación a la santidad de la sangre? Sí, si la sangre es en verdad algo sagrado y pertenece solo a Jehová, ¿Cómo puede el Cristiano hacer uso de ella en alguna modalidad y permanecer con la conciencia tranquila? ¿Qué base bíblica tienen ustedes para tolerar dicho proceder? Es comprensible que la carne que consumimos pueda tener alguna porción de sangre aún después de haber sido desangrada; sin embargo, el consumo de esta sangre no es algo deliberado, pues se han hecho esfuerzos razonables por desangrar esta carne hasta el mayor grado posible, cumpliendo así con la ley dada por Dios. Esta pregunta nace a raíz del procedimiento al que se somete la sangre que se utiliza para conseguir los derivados sanguíneos que utilizamos; procedimientos que supuestamente “NOSOTROS NO ACEPTAMOS” y que a su vez hacen posible la obtención del producto que consumimos. Por eso mi pregunta es: ¿Acaso la aceptación - y compra- de derivados sanguíneos no es un aliciente para la existencia de la industria de la sangre? Además, ¿Por qué participamos en esto cuando obviamente no existe ninguna disposición bíblica que nos obligue a ello?

De manera interesante puedo mencionarles un caso en que se solicitó compensación para un trabajador que inicialmente estaba muy preocupado por los astronómicos costos de los procedimientos médicos y quirúrgicos. Yo me vi en la necesidad de recordarle que en ocasiones las demandas por parte del trabajador son astronómicas; no por que la atención médica sea cara en sí, sino porque individuos inescrupulosos abusan del sistema y hacen lo posible por obtener hasta el último centavo a la hora de cobrar por sus servicios, y recurren a la mentira y al fraude para lograrlo. Algunos pacientes lo hacen por medio de fingir heridas o lastimaduras que se hicieron fuera del trabajo, mientras que el personal médico lo hace por medio de cobrar por trabajos no hechos, o por hacer intervenciones y análisis innecesarios. Después de escuchar que los Testigos de Jehová inculcan en sus seguidores altas normas de honradez y honestidad él se tranquilizó, y llegó a la conclusión que esto no sucedería tratándose de pacientes Testigos de Jehová. También le dije que en ocasiones los reclamos en contra de las aseguranzas se resuelven más rápido cuando el paciente sabe y siente que es comprendido por su médico y por su aseguranza. Esto lo dejó muy satisfecho y se interesó en saber más acerca de las creencias de los Testigos de Jehová.

Espero con ansía su respuesta. Yo he entendido desde mi juventud el mandato bíblico que nos ordena abstenernos de sangre, y como anciano en muchas ocasiones he ayudado a mis familiares, amigos, y hermanos en este tipo de asuntos; aún en circunstancias de vida o muerte. Sin embargo, los Testigos de Jehová NO aceptan este procedimiento. Desde mucho tiempo atrás hemos comprendido que la sangre almacenada ciertamente ha dejado de ser parte de la persona. Esta sangre ha sido completamente quitada de ella, y por lo tanto, hay que deshacerse de la sangre de acuerdo con la Ley de Dios: “Debes derramarla sobre el suelo como agua”. (Deuteronomio 12:24.). El haber tropezado con este problema, y el haberme visto en la necesidad de investigarlo a profundidad ha fortalecido mi decisión de abstenerme de sangre, es por eso por lo que espero sus respuestas. Mis preguntas no tiene por objeto el cuestionar las decisiones de Cristianos maduros a la hora de abstenerse de sangre, así como el que ellos permitan que su conciencia sea la que decida si aceptan o no ciertos derivados sanguíneos. Yo solo busco entender el cómo y el porqué de las cosas.

Sé que ustedes se encuentran muy ocupados y agradezco sinceramente el tiempo y el esfuerzo que ustedes dedican a mis cartas. No es mi deseo el aumentarles su carga de trabajo, lo que sucede es que yo no puedo hallar respuestas bíblicas a mis preguntas, y por eso recurro a ustedes. Muchas gracias por sus consejos y ayuda en este asunto tan importante para mí. Deseo expresar mi gratitud y agradecimiento por la fabulosa Escuela del Ministerio a la que asistí durante los meses de Noviembre y Diciembre de 1997. Disfruté mucho el programa, así como la madurez y excelencia con la que se discutieron todos los temas. Adelante con su magnífico trabajo.

Sinceramente, su hermano en el servicio a Jehová,

R. Jensen.



Marzo 23, 1998

De: Watchtower Bible and Tract Society
25 Columbia Heights
Brooklyn, NY 11201

Para R. Jensen
24 Running Deer Road
Phenix City Al 36870.

Estimado Hermano Jensen:

Enviamos este mensaje para corroborar que recibimos su carta del 16 de Febrero de 1998. En su carta usted pregunta cuán apropiado es para el Cristiano aceptar derivados sanguíneos para propósitos médicos. Usted nos comenta que ha discutido este tema con varios doctores y con personal médico, y que a usted le ha parecido muy difícil el dar una respuesta satisfactoria a sus preguntas.

Nos damos cuenta que usted ha considerado las cosas que la Sociedad ha publicado en lo relacionado a este asunto, y en especial los comentarios que aparecieron en la revista La Atalaya del 1 de Junio de 1990. Como indicamos anteriormente, la Sociedad ha dejado que sea la conciencia del individuo la que decida si acepta las fracciones sanguíneas y las proteínas que se encuentran en el torrente sanguíneo, pues creemos que esto cae en algo que pudiera considerarse como una área gris, y no es lo mismo que aceptar una sustancia sostenedora de la vida como sería la transfusión de sangre entera, o algún otro componente mayor para el mismo propósito.

Algunas personas son más estrictas en su decisión de no aceptar sangre, pues una inyección de suero o algún otro producto similar les molesta la conciencia debido al hecho que ellos son producto de algo que en alguna ocasión fue sangre, y ellas consideran inaceptable la infusión en sus cuerpos de fracciones sanguíneas por pequeñas que sean, pues consideran que es incorrecto utilizarlas; inclusive para tratar alguna enfermedad o alguna herida. Si la conciencia de la persona le molesta el aceptar tales productos nosotros respetamos su decisión y la apoyamos a mantenerla. No obstante, cuando nosotros hablamos de “Fracciones” sanguíneas, en ningún momento nos referimos a algunas cuantas gotas de sangre entera. Por el contrario, la sangre entera es procesada y separada en varias partes, proteínas, u otras substancias menores llamadas inmunoglobulinas; substancias en que se encuentran los anticuerpos, y estos son aislados para poder combatir ciertas enfermedades.

Se puede argumentar que si la sangre hubiese sido manejada debidamente no hubiera sido posible la obtención de inyecciones de suero, por lo tanto, no habría necesidad de hacer este tipo de preguntas. Sin embargo, en lo referente al manejo y el uso de la sangre - aparte de su uso para sacrificios expiatorios - las instrucciones en la Biblia tienen que ver con el sacrificio de animales para consumo humano. Las Escrituras mencionan que la sangre debería derramarse sobre el suelo como agua y después cubrirse. -Levítico 17:13; Deuteronomio 12:15, 16:24-. Pero, ¿Por qué se hacía esto? Esto se hacía para devolver la sangre a Jehová; sangre que le pertenecía. Esto se hacía por medio de derramarla sobre el suelo y después cubrirla. No obstante, si la sangre es tomada del cuerpo, y si antes de ser derramada sobre el suelo esta sangre es separada por algún procedimiento médico de tal manera que al final se extrae una pequeña fracción; no para nutrir el cuerpo sino para inmunizarlo en contra de ciertas enfermedades, ¿Puede decirse que esta es una violación a la ley de Dios que ordena el no comer sangre?

Jehová es muy razonable en lo referente a la aplicación de sus leyes. Por ejemplo, la ley Mosaica claramente estipulaba que ningún Israelita debía hacer trabajo alguno durante el día Sábado. -Éxodo 20:10-. Sin embargo, Jesús mismo vio que había una gran diferencia entre las personas que trabajaban los campos ajenos, y aquellos que recogían granos del campo para su propia subsistencia. -Santiago 5:4; Lucas 6: 1-5-. Es obvio que el trabajar y el segar gran parte del campo en el día Sábado era una violación de la ley de Dios. No obstante, el recoger, y el consumir algunos granos del campo; granos que componían solo una fracción mínima del grano contenido en el campo era aceptado por la Ley. El recoger esos granos no era visto como el trabajo prohibido por Dios.

De igual manera, el derivado sanguíneo es solo una fracción minúscula de la sangre; tal y como hemos mencionado anteriormente. Es posible hacer una distinción entre un derivado sanguíneo y un componente mayor de la sangre; tal y como lo son los glóbulos rojos. Por ejemplo, si a la persona se le ordena deshacerse de un saco de papas, y se le ordena no comerlas, ¿Violaría esta persona esa orden si las papas fueran cocinadas y por medio del cocimiento de las papas se obtuviera almidón, y este almidón fuera usado para fines médicos? Por eso le preguntamos: ¿El consumir una sustancia aislada llamada almidón para fines médicos; substancia que se obtiene por medio del cocimiento de papas, puede considerarse como el comer las papas que se había prohibido no comer? El aceptar una transfusión de sangre es una clara violación a la ley de Dios. Pero, ¿Qué hay de aceptar una inyección que no contenga sangre entera o ni siquiera un componente mayor de sangre, sino que es un producto procesado que puede ser una hormona, azúcar tomada de la sangre, hierro, calcio, o cualquier otra parte que ha sido fraccionada?

Usted también nos pregunta acerca de las expulsiones que efectuamos debido a la aceptación de transfusiones sanguíneas por parte de los Testigos de Jehová, al mismo tiempo que toleramos y no expulsamos a aquellos que aceptan derivados sanguíneos como alternativa a la hora de ser tratados médicamente. Aunque es verdad que ambas infusiones pueden afectar la vida de la persona, la idea y el concepto de la transfusión de sangre es sinónimo con el comer sangre como alimento y nutrición. En este sentido tanto la sangre entera, así como los componentes mayores transportan nutrientes, oxígeno, y algunos otros elementos que pueden considerarse como nutrición para el cuerpo. En este sentido el aceptar sangre para proveer nutrimento al cuerpo puede considerarse como comer sangre; algo que la Biblia prohíbe. En la edición de la revista La Atalaya del 1 de Julio de 1975, - Edición en Inglés- publicamos lo siguiente en lo referente a la sangre:

“La Biblia de manera muy específica prohíbe el consumo de la sangre como forma de nutrición. -Génesis 9:4, Levítico 17:1-14; Hechos 15:28,29-. La razón por la cual nosotros aceptamos o podemos aceptar suero es muy diferente. El suero no sirve para alimentar el cuerpo, tal y como sería el caso de una transfusión de sangre. Mas bien, los anticuerpos que contiene el suero han sido aislados y sirven como defensa y como inmunizadores del cuerpo en contra de ciertas enfermedades. Aunque los derivados sanguíneos pueden en ocasiones salvar una vida, ellos no hacen la función de nutrientes ni de sostenedores de la vida”.

Esperamos y confiamos que estos comentarios le sean de ayuda en lo referente a entender mejor nuestra postura respecto a la sangre. Aprovechamos la ocasión para enviar nuestro caluroso amor Cristiano a su congregación, y a todos nuestros coesclavos en el servicio a Jehová.

Sinceramente,

Sus hermanos de Watchtower Bible and Tract Society of New York.

De:
R. Jensen
24Running dear Road
Phenix City AL 36870

Enviada a:
Watchtower Bible and Tract Society
25 Columbia Heights
Brooklyn, NY 11201

Re: La Sangre y el Cumplimiento Correcto de las Leyes de Dios.

Estimados Hermanos:

Aprecio mucho la carta recibida por mí el 23 de Marzo de 1998, y agradezco mucho la respuesta que ustedes me enviaron en lo que respecta al asunto de la sangre y el cumplimiento correcto de las Leyes de Dios. Después de varios meses de haber leído su respuesta y de haber reflexionado acerca de ella, sentí la necesidad de hacerles otras preguntas. Estas preguntas las hago siguiendo el ejemplo de lo que los hermanos de la antigua Berea hicieron al “Examinar las Escrituras diariamente”. -Hechos 17:10,11-.

En su respuesta ustedes comentaron lo siguiente: “Podría decirse que si se manejara la sangre correctamente entonces no sería posible la fabricación de las inyecciones de suero”.

Este argumento es precisamente el meollo de unas de mis preguntas. Yo pregunté:

¿Existe alguna justificación para el mal uso de la sangre, ya sea para la venta o compra de ésta en sus diferentes modalidades? ¿Puede ser esto verdaderamente aceptable desde un punto de vista Cristiano? ¿Acaso el aceptar - y por lo tanto la compra y la comercialización de derivados de la sangre - no es una muestra de apoyo al mal uso de la sangre; apoyo al cual nosotros no estamos obligados? ¿Acaso el proceso para la elaboración del suero es aceptable? - Por favor, lean lo que escribí en la página 5 de la carta que envié el 16 de Febrero de 1998-.

Es obvio pensar que todas las inyecciones manufacturadas con derivados de sangre provienen de sangre. También es obvio pensar que la fabricación de dichas inyecciones sería imposible sin la comercialización y la elaboración de la que ustedes hablan. Por lo tanto, podemos decir que los Cristianos están concientes que cualquier derivado sanguíneo proviene o llegó a existir de una forma diferente a las estipulaciones y mandatos que Jehová ordenó; es decir, esa sangre fue obtenida por métodos no mencionados en la Biblia. En la contestación de ustedes no hallé respuesta a mis preguntas en lo relacionado con este tema. Es por eso por lo que vuelvo a preguntar, ¿Puede negarse bíblicamente que la compra y consumo intencional de derivados de sangre no apoya la comercialización de la sangre con fines de lucro? ¿Podemos de forma tranquila envolvernos en la compra de sangre y negar que apoyamos la compra y venta de ella? Espero que ustedes puedan encontrar una respuesta satisfactoria a esta pregunta, pues este asunto sin duda alguna será de mucha importancia en la vida de más de una persona.

Su respuesta en parte dice lo siguiente:

“Pero si la sangre es tomada de un cuerpo, y si antes de deshacerse de ella ésta es procesada por un procedimiento médico y de esa manera una pequeña fracción es extraída; no para el consumo ni para nutrir el cuerpo, sino para inmunizar al cuerpo en contra de alguna enfermedad, ¿Puede decirse que hacer esto es una violación clara a la Ley de Dios que prohíbe el consumo de la sangre?”.

Desde niño se me ha enseñado que la transfusión intravenosa de cualquier material es similar al consumo de directo de él; al menos en lo que respecta a la abstención de sangre. Como Testigo de Jehová he utilizado esta expresión en un sinnúmero de ocasiones ante doctores y trabajadores del sector salud. En muchas ocasiones he utilizado la tradicional ilustración que nos habla del médico que le prohíbe a su paciente alcohólico el uso de bebidas embriagantes, y he dicho que no existe ninguna diferencia entre el consumo regular de alcohol y el consumo de él por medios intravenosos. En armonía con esta deducción tengo que decir que la ingestión de derivados sanguíneos, ya sea por medios intravenosos o de cualquier otra forma, equivale al consumo intencional de sangre. ¿Qué sucede si se puede administrar ese derivado de forma oral? Si el objetivo de dicho derivado es la inmunización y éste es dado de forma oral, ¿Acaso no es esto comer sangre?

Parece ser que lo que ustedes quisieron decir con su respuesta es que el propósito de los derivados de sangre “No es la de nutrir al cuerpo”? Por eso les pregunto: ¿El administrar glóbulos blancos nutre el cuerpo de la misma forma como lo hace una comida normal? Si eso es así, ¿Por qué no se administran como medio nutritivo regular, y solo se usan para cuestiones médicas? Cualquier persona que se esté muriendo de hambre puede beneficiarse del suministro de alimento, ya sea que ese alimento se provea de forma oral o intravenosa. ¿Pudiera darse el caso que una persona que se está muriendo de hambre sobreviva si a ella se le administran glóbulos blancos; no para que ellos sirvan de nutrientes, sino para que ellos sirvan como ayuda para que su cuerpo resista algún tipo de ataque o infección? ¿No sería esto similar al uso aprobado de componentes sanguíneos reservados para uso médico? Por lo que ustedes mencionan en su carta yo entendí que los principales componentes de la sangre contienen algún tipo de nutriente, pero yo les pregunto, ¿Acaso eso equivale a una comida normal? ¿Acaso la ingestión de glóbulos blancos por medio del sistema digestivo proveería algún tipo de nutrición que ayudara a la persona a conservarse con vida? Estoy seguro que el 5% de contenido sanguíneo tolerado por nosotros pudiera ingerirse de la misma forma como se ingieren los glóbulos blancos y los glóbulos rojos. ¿Por qué se permite la ingestión de este tipo de elementos por vía intravenosa? ¿Acaso no es esto algo similar al consumo regular de sangre? Después de todo, estos derivados son recetados y administrados en cantidades bastantes significativas; especialmente cuando se les utiliza con frecuencia.

El alimento que consumimos nos provee más que de simple masa y energía; el alimento nos nutre. El diccionario define el verbo nutrir de la siguiente manera: “Proporcionar a un organismo el alimento que necesita para vivir, subsistir y crecer”. El alimento que consumimos para conservar la vida nos nutre de más de una manera, pues no solo lo utilizamos para nuestro crecimiento, sino que también nuestro cuerpo obtiene de él los elementos que nos permiten luchar contra las enfermedades y conservarnos con vida . De hecho, una dieta bien balanceada puede ser el arma más efectiva en contra de las enfermedades que amenazan nuestro cuerpo. Como ejemplo de esto podemos citar la leche de la madre, la cual contiene los componentes necesarios para la inmunización del niño en contra de ciertas enfermedades. ¿Acaso los componentes que contiene la leche de la madre no son considerados como nutrientes? ¿Acaso esa leche no es alimento? De hecho, es la buena dieta y la buena nutrición lo que a los adultos les permite mantener su sistema inmunológico en buenas condiciones, pues es un hecho que el sistema inmunológico se deteriora más rápido en las personas con una dieta pobremente balanceada. También es un hecho que las personas pueden recibir inyecciones con componentes sanguíneos o vitaminas para fortalecer su aparato inmunológico en contra de las enfermedades. No hay duda que el ingerir suplementos vitamínicos o minerales equivale a comer, a pesar del hecho que la cantidad de nutrientes que se ingiere es mínima. Algunas de las vacunas que se utilizan para la inmunización contienen componentes o derivados sanguíneos, entonces, ¿Por qué a esto no se le considera como comer? Desde una definición netamente médica, el uso de componentes sanguíneos sirve para nutrir y conservar la vida, ya sea que se trate de inmunización o no.

La carta de ustedes contiene dos ilustraciones. A continuación muestro parte de ellas, y de lo que parecen ser frases claves para entender la primera ilustración. A esto siguen algunos comentarios personales y preguntas:

“Jehová es razonable en lo que concierne al cumplimiento de sus leyes y su aplicación........el arrancar y el comer algunas de las cabezas del grano que se hallaba en el campo; las cuales componían solo una pequeña fracción del grano disponible no era una violación a la ley de Dios. El arrancar las cabezas de grano en esas circunstancias no se consideraba “Trabajo” prohibido. Para los Israelitas el comer era una práctica diaria. Dios no prohibió el comer los días Sábados. -Éxodo 16:29-. El arrancar el grano del campo para uso inmediato y personal no era más que consumir alimento. El esfuerzo que se ejercía al arrancar el grano no era diferente al hecho de preparar la mesa y los utensilios para que toda la familia comiera junta. Sin embargo, en su comentario usted parece insinuar o decir que la cantidad puede ser determinada en lo que respecta a la abstención de sangre. Nosotros no vemos esto en términos de cantidad sino en términos de actividad. Ellos no estaban trabajando tal y como lo estipulaba la prohibición del Sábado; ellos solo estaban alimentandose, lo cual era una actividad que no estaba prohibida”.

Comentario: Es verdad que Dios permitió ciertas actividades que requerían considerable esfuerzo físico; no obstante, las cosas que Dios de manera específica prohibía no se toleraban, ni siquiera si la ofensa era menor. ¿Acaso pudo Eva comer solo una pequeña fracción del fruto prohibido y Dios aceptarlo? ¿Acaso Acán pudo haber sobrevivido si él solo hubiera tomado parte del despojo? En estos casos las prohibiciones eran específicas y la cantidad no tenía nada que ver con esa prohibición. Dios claramente dijo “Absténganse de sangre”. Existe algo en este mandamiento que nos hable de los diferentes componentes de la sangre? No, no lo hay, tal y como tampoco hubo indicaciones respecto a la cantidad de fruto prohibido, o de los despojos que podían consumirse o utilizarse. Si aceptamos que el uso de la sangre para propósitos médicos es una violación a la Ley de Dios que prohíbe la abstención de la sangre, ¿Cómo podemos aceptar el 5% de sus componentes si esa cantidad se basa en el valor nutricional?

La segunda ilustración en parte dice lo siguiente:

“Por ejemplo, si a una persona se le ordena tirar un costal de papas y no comerlas, ¿Se violaría esta orden si estas papas fueran cocinadas, y en el proceso el almidón se utilizara para propósitos médicos? ¿Podría considerarse como comer el ingerir el almidón separado y procesado para propósitos médicos?”.

Comentario: Cuando yo era niño, si mi madre me hubiera dicho R.... por favor tira este costal de papas y no las comas, y si yo le hubiera desobedecido y las hubiera cocinado e ingerido, ustedes pueden estar seguros que mi madre me hubiera disciplinado, pues sus instrucciones eran muy claras: “Tira este costal de papas y ni siquiera pienses en consumirlas”. Es obvio que las órdenes de mi madre eran muy específicas. Sí, el cocinar las papas y el ingerir cualquier porción de ellas violaría su mandato.

Ustedes me preguntan: “¿Podría el consumo del almidón procesado y elaborado para propósitos médicos considerarse como comer papas?”. En la ilustración se nos dicen dos cosas: Tiren las papas y no las coman. ¿Pueden ustedes imaginarse a Dios dando esta orden a alguno de nosotros y a uno de nosotros contestando: ‘Está bien, tiraré las sobras de las papas en cuanto termine de preparar el almidón que necesito consumir’? El hacer eso significa tirar o deshacerse de lo inútil; de lo que no nos sirve. Eso es tirar las papas después de haber extraído de ellas lo que queríamos. En la ilustración se nos dice claramente que debemos deshacernos de las papas. ¿Se puede obtener almidón sin papas? Si Dios nos hubiera dado esta orden ustedes pueden estar seguros que Él estaba conciente de todos los componentes de una papa, no solo del almidón que es parte de la papa. Además, en el asunto de la sangre nosotros estamos tratando con aquello que Dios ha elegido como el símbolo que representa la santidad de la vida; nosotros estamos tratando con algo que le pertenece a Él. Si Dios nos ordenara: Devuelvanme esas sagradas papas y nos las coman, y si en lugar de ello nosotros cocinamos esas papas para nuestro consumo personal y después devolvemos lo que no nos sirvió, ¿No sería eso robar? La ilustración que ustedes dan permitiría el dividir y procesar las papas en diversos componentes individuales, así como el consumo de ellos por separado, lo cual; según ustedes, no equivale a comer papas, y al hacer esto ustedes permiten el que se viole la propiedad de alguien; es decir, la propiedad de Dios.

Por eso les pregunto: ¿Que pasaría si ustedes le dieran una pelota a un equipo de base ball para que la usaran durante un juego, y les dijeran que después del juego ellos no volvieran a usar esa pelota? Es obvio que durante el juego esta pelota sufriría algún tipo de daño debido al uso, y por lo tanto, ustedes no esperarían recibir la misma pelota que ustedes prestaron a ese equipo, pues es posible que el cuero o material tenga algunas grietas, fisuras, o algún tipo de daño, lo cual puede considerarse como una pérdida esperada. Al final del juego un jugador de ese equipo de manera intencional separa el cuero de la pelota de ustedes y lo utiliza para reparar la pelota del equipo, ¿Sería eso aceptable para ustedes? ¿Qué pasaría si después del juego el mismo jugador de manera intencional utilizara un cuchillo para cortar parte del cuero de la pelota y lo utilizara para sus propios propósitos? El jugador podría pensar: Nosotros les devolvimos la pelota, solo sin este pedazo de cuero; además, ustedes nos dijeron que no juguemos más con esa pelota, lo cual no haremos, pues nosotros solo tenemos parte de la pelota y no la pelota completa. Si a ustedes les hicieran eso, ¿Pensarían que lo que les hicieron fue justo? Cuando permitimos que se nos saque sangre nosotros hacemos mucho más que simplemente permitir que se nos saque sangre; nosotros lo que en realidad hacemos es devolver la sangre a Jehová; sangre que le pertenece a Él. ¿Somos verdaderamente fieles a Él si nosotros solamente removemos los componentes “Menores” de la sangre para utilizarlos según nuestra conveniencia?

Desde los días de Noé de manera muy clara Jehová Dios ha prohibido a la humanidad el consumo de la sangre. Después, en la Ley Mosaica, Jehová dio especificaciones acerca de cómo tratar con la sangre. Puesto que la sangre es sagrada y el comerla es una prohibición, es razonable inferir que los ejemplos que da la Biblia respecto a cosas que son sagradas para Jehová, y que son prohibidas para el consumo humano incluyen también el consumo personal, aunque éstas provengan de uno mismo. Un ejemplo de ello lo podemos hallar en la destrucción de Jericó. El relato nos dice que después de iniciar el ataque Josué procedió a decir al pueblo: “Griten; porque Jehová les ha dado la ciudad. Y la ciudad tiene que llegar a ser una cosa dada por entero a la destrucción; ella con todo cuanto hay en ella pertenece a Jehová....... En cuanto a ustedes, simplemente manténganse alejados de la cosa dada por entero a la destrucción, por temor de que les dé un deseo y de veras tomen algo de la cosa dada por entero a la destrucción y realmente constituyan al campamento de Israel en una cosa dada por entero a la destrucción y le acarreen extrañamiento. Antes bien, toda la plata y el oro y los objetos de cobre y hierro son cosa santa a Jehová. En el tesoro de Jehová debe entrar”. -Josué 6-16-19-.

De esta manera Josué dejó muy en claro que todo lo que había en Jericó pertenecía a Jehová, y que nada podía utilizarse para uso o consumo personal. Todo debería darse a la destrucción por medio del fuego. Después de la destrucción todo aquello que fuera hecho de metal - oro, plata, cobre, o hierro- debería depositarse dentro de la Tesorería del Tabernáculo de Dios. Nosotros sabemos cuál fue el destino de Acán. En nuestros tiempos eso hubiera significado que él hubiera robado algo con valor de miles de dólares de la casa de Dios, lo cual hubiera resultado en la muerte de él y de su familia. Además, por causa de ello la entera nación Israelita sufrió la muerte de 36 hombres, así como una humillante derrota en Hai. -Josué 7,-4,5-. Por eso les pregunto, ¿Hubiera sido aceptable si Acán de manera deliberada solo hubiera utilizado una fracción menor del botín? Si Acán hubiera encontrado una botella de aceite antes de la destrucción de Jericó, ¿Hubiera sido aceptable que él la hubiera llevado a su casa con propósitos medicinales? ¡Por supuesto que no! La orden de Dios fue muy clara: Si algún Israelita tomaba algo de lo que estaba destinado a la destrucción esto traería ostracismo a Israel. ¿Qué hubiera sucedido si Josué y los líderes de Israel hubieran permitido la separación de los componentes menores del botín y los hubieran utilizado para su propio provecho?

Otro ejemplo similar a este lo podemos hallar en el “Árbol del conocimiento del bien y el mal”. Este árbol representaba algo que pertenecía a Jehová; algo que era sagrado, y los humanos estaban bajo la orden de no comer de él. Si hubiera sido posible tomar algo de este árbol, y de alguna forma separar los diferentes componentes de ese árbol para obtener un elemento de valor medicinal que permitiera a la gente luchar contra las enfermedades, ¿Hubiera sido aceptable el ingerir alguna porción de ese árbol? ¿Verdaderamente podríamos decir que eso no sería comer del fruto del bien y el mal?

Por lo tanto, ¿Debemos pensar que algunos componentes de la sangre pertenecen a Jehová y otros no, y de esa manera permitir al Cristiano el consumo fragmentario e intencional de algunos componentes sanguíneos? En lo que respecta a la sangre - como símbolo sagrado de la vida- ¿Podemos verdaderamente creer que el Cristiano puede hacer una distinción correcta y separada, y decidir por el mismo qué partes puede utilizar para su beneficio y qué partes devolver a Dios?

Una de las explicaciones de su carta, la cual puede rebatirse con las Escrituras, es aquella que tiene que ver con la sangre como medio de nutrición. Ustedes están concientes que la sangre completa, así como sus componentes principales pueden servir como medio de nutrición para el cuerpo. ¿Acaso significa esto que el 5% de componentes sanguíneos permitidos no contiene algún valor nutricional? Si las personas consumieran los componentes principales de la sangre de forma oral, ¿Obtendrían ellos algún tipo de nutrición? ¿Acaso el efecto de los inmunizadores no pueden considerarse también de valor nutricional; tal y como lo son los inmunizadores contenidos en la leche de la madre? ¿Son los componentes principales sanguíneos, o el valor nutricional que ellos contienen lo que es inaceptable? Como hemos mencionado anteriormente, la transferencia de anticuerpos y de proteínas por medio de la placenta es una de las razones por las cuales algunas personas pueden encontrar justificable una transfusión de sangre. Sin embargo, cuando se trata de la nutrición que contiene la sangre les pregunto: ¿Obtiene el feto toda la nutrición que la sangre contiene, incluyendo el agua que el plasma contiene por medio de la sangre de la madre? ¿Cómo podemos explicar esta aparente contradicción?

Espero que para estas alturas ustedes se den cuenta de la incómoda situación en la que me encuentro, y de lo difícil que es para mí mantener conversaciones respecto al tema de la sangre con el personal médico. He encontrado muy difícil - de hecho imposible- hallar razones bíblicas para justificar la tolerancia que tenemos respecto a la administración de ciertos derivados sanguíneos y nuestro rechazo a otros. Recientemente un doctor quiso tratar el tema de la sangre conmigo pero inmediatamente yo cambié la conversación, pues estoy conciente de mi ineptitud para hablar de ese tipo de cosas.

En vista de la clara prohibición de Dios de abstenernos de sangre, y de la influencia que esta prohibición debe de tener en nuestras vidas, es obvio concluir que lo mejor sería la prohibición total de cualquier derivado sanguíneo independientemente si éste se considera “Menor” o “Principal” o de la cantidad que nosotros creemos es la correcta, o que nosotros veamos el uso de la sangre única y exclusivamente como un asunto médico, y dejar de ver esta utilización como el consumo de sangre prohibido en la Palabra de Dios. Nuestra postura actual es imposible de defender usando las Escrituras, y lo único que podemos hacer en este momento es proveer respuestas arbitrarias y contradictorias basadas únicamente en nuestra opinión y en nuestro limitado entendimiento.

Hasta ahora solo he compartido la información previamente mencionada con las personas con las cuales trato directamente, pues en realidad no entiendo la respuesta que ustedes me han dado. Me gustaría que ustedes reconsideraran su respuesta después de leer nuevamente la carta que les envié. Les agradezco muchísimo sus esfuerzos al respecto. Muchas gracias.

Posdata:

Recientemente hemos disfrutado nuestra Convención de Distrito, en la cual se nos instó una vez más a vivir nuestra vida según las normas de Dios. También recibimos el libro: ¿Existe Un Creador Que Se Interese Por Nosotros?, así como el tratado ¿Qué Sucede Cuando Morimos? Deseo de todo corazón agradecerles tan magníficas provisiones. Adelante con su excelente trabajo.

Su hermano en el servicio a Jehová

R. Jensen

Respuesta:

De: Sociedad Watchtower de Nueva York
25 Columbia Heights
Brooklyn N.Y. 11201

Para R. Jensen

24 Running Deer Road Phenix City Al, 36870

Estimado Hermano Jensen:

Hemos recibido la carta que usted envió el 31 de Julio de 1998, y también hemos leído sus inquietudes en lo que respecta al punto de vista bíblico y el uso de fracciones sanguíneas para propósitos médicos.

Es obvio que usted ha meditado mucho respecto a este tema y se lo agradecemos mucho. Sin embargo, consideramos que es tiempo de dejar de discutir el tema; obviamente, usted tiene la libertad de seguir investigando más al respecto por su propia cuenta, al tiempo que usted permite que otros ejerzan también su derecho a decidir por sí mismos.

Es un placer estar asociados con usted y con nuestros hermanos alrededor del mundo en el trabajo que Jehová Dios efectúa en estos momentos por toda la tierra. Por favor, acepte nuestra muestra de amor Cristiano y nuestros mejores deseos.

Sinceramente, sus hermanos de la Sociedad Watchtower de Nueva York.

Noviembre 15 de 1999

De:
R. Jensen
24 Runnin Dear Road
Phenix City , Al 36870

Para:
Watchtower Bible and Tract Society
25 Columbia Heights
Brooklyn NY 11201

Respuesta al Asunto de la Sangre y la Observación Correcta del Punto de Vista de Dios.

Estimados Hermanos: En 1998 yo les escribí haciéndoles algunas preguntas en lo referente a nuestras enseñanzas y nuestra postura en relación al uso de la sangre para propósitos médicos. En esas cartas expresé mi inquietud y la dificultad a la que me enfrento con frecuencia, al no poder dar una respuesta satisfactoria a nuestra postura de rechazo al uso de la sangre para propósitos médicos. En su última carta ustedes me respondieron: “Consideramos que por el momento es mejor dejar de tratar este tema”.

Entiendo perfectamente bien la gravedad y lo difícil del tema, es por eso por lo que accedí a dejar de hablar de esto por un tiempo. Mirando hacia atrás me doy cuenta que eso fue una buena idea, y por eso pensé que ustedes retomarían el tema nuevamente en el futuro. Debido a ello he esperado pacientemente a que se contesten mis preguntas de manera satisfactoria, o que se tratara el tema en La Atalaya, en la revista Despertad, o por medio de correspondencia personal. Espero que su respuesta al no hablar de este tema por un tiempo no sea una negativa de parte de ustedes, y que esto NO signifique que debamos olvidarnos del asunto que deseo tratar. Debido a ello he esperado pacientemente alguna respuesta por parte de ustedes pero no he recibido nada. Es por eso por lo que decidí reanudar este tema por mi propia cuenta, pues parece que ustedes no están dispuestos a hacerlo. Son muchas las razones por las cuales yo necesito respuesta a mis preguntas.

Como anciano que soy, se espera que yo enseñe con convicción y entendimiento. Por lo regular eso es lo que se espera de nosotros. Las circunstancias donde debemos mostrar convicción y entendimiento son muchas, pues debemos ser eficientes en nuestro ministerio público, en el ministerio informal, así como cuando pronunciamos discursos desde la plataforma, y también cuando efectuamos comités judiciales. En todos y cada uno de estos casos se espera que el anciano muestre entendimiento y convicción, y aunque si bien es cierto que no todos aceptarán nuestras creencias y convicciones, eso no es razón para no darles una repuesta adecuada. Nosotros debemos saber con convicción las razones y el porqué de nuestras respuestas. En el caso de la sangre debemos tener razones bíblicas, fuertes, y convincentes acerca de nuestra negativa al uso de la sangre para propósitos médicos. De otra manera, ¿Cómo podría yo enseñar con convicción si ni siquiera estoy seguro de mis respuestas?

Además de mi responsabilidad como anciano, también soy esposo y padre de familia. Como maestro de la Palabra de Dios mi responsabilidad primordial es mi familia. Cuando se nos hacen preguntas sinceras, serias, y dignas de ser contestadas, ¿Cómo puedo yo responder si ni siquiera puedo explicarme a mí mismo la respuesta? Cuando se trata del tema de la sangre para propósitos médicos, ¿Qué puedo decir cuando ni siquiera yo sé la respuesta correcta ni el porqué de tal respuesta? ¿Qué pueden pensar mi esposa y mi hija de mí? ¿Cómo puedo edificar en ellas una fe sólida si ni siquiera puedo explicar a mí mismo ciertas cosas?

Debido a mi puesto de anciano, en ocasiones he tenido que evitar situaciones en las que ciertas preguntas podrían surgir; preguntas que yo debo de contestar, pues supuestamente soy un maestro de la Palabra de Dios. Como ustedes comprenderán, yo no deseo estar en una situación, donde debido a mi incompetencia, yo pueda convertirme en una causa de tropiezo para alguien o pueda yo causarle algún daño irreversible a una persona por no saber qué hacer en el momento en que se presente dicha situación. Desde la última vez que les escribí, en dos ocasiones me ha visto en la necesidad de tratar en dos ocasiones casos muy serios que tienen que ver con el uso de la sangre. En ambos casos me sentí incompetente y envié a las personas que buscaban mi consejo con otro anciano, pues yo no me sentía capacitado para aconsejarlos y les dije que no tenía tiempo para atenderlos. Lo que no les dije fue la verdadera razón por la que no pude atenderlos; es decir, mi incapacidad para dar una respuesta satisfactoria a sus preguntas. Una de esas ocasiones fue una emergencia, y para mí fue terrible el no poder ayudar y aconsejar a las personas que me buscaron. Este tipo de circunstancias me han causado mucha angustia últimamente. Cuando mis hermanos más me necesitan prefiero estar ausente, pues temo ser una causa de tropiezo para ellos al ver que hay cosas que no puedo contestar satisfactoriamente, ya que no encuentro respuestas bíblicas para ello. Existen muchas posibilidades de ser una causa de tropiezo cuando la persona que lo busca a uno se halla en una situación tan vulnerable.

A esto debo agregar lo que sucede en mi familia. Nuestra hija tiene 16 meses de edad, y mi esposa y yo hemos discutido qué es lo que haríamos en caso de una emergencia médica donde se vea envuelta el asunto de la sangre. Debo confesarles que estas conversaciones con ella son muy incómodas, pues no deseo que mi esposa tropiece por causa mía al ver que no tengo respuestas sólidas acerca de nuestra negativa para aceptar el uso de la sangre para propósitos médicos, y ver cómo la sangre en sí es rechazada, mientras se aceptan los derivados sanguíneos. También hemos tenido discusiones con nuestro medico de familia, y esas conversaciones son igual de incómodas.

Además de esas circunstancias está el problema por el cual decidí escribirles; es decir, el dar respuestas satisfactorias en nuestro ministerio público. El caso más difícil de todos es aquel donde el paciente es un profesional del campo médico y que está conciente de todos los aspectos de la sangre, los procedimientos médicos, y las soluciones que hemos propuesto al permitir la utilización de derivados sanguíneos. Mi conciencia me advierte acerca de no ser una piedra de tropiezo para mis hermanos, mi familia, o cualquier persona a la que yo pueda ayudar. Debido a ello, y al tan embarazosa situación en la que me encuentro, me veo en la necesidad de reanudar el tema que tiene que ver con el asunto de la sangre, pues ustedes son las únicas personas a las que puedo acudir. Sí, ¿A quién sino a ustedes puedo recurrir para buscar respuestas a las preguntas que tanto me inquietan? En una ocasión en el año 1980 - o tal vez en el año 1981- se me informó que el hermano Albert Schroeder se encontraba alojado en el mismo hotel que yo en la ciudad de Jacksonville, Florida. En esos días yo tenía una pregunta a la que yo consideraba de suma importancia. Se me exhortó a que fuera a su cuarto y tocara su puerta. Él me invitó a pasar y me dio una respuesta bíblica a mi pregunta. Esa es la razón por la cual ahora toco la puerta de ustedes nuevamente.

Mientras esperaba su respuesta me he dedicado a la oración y a la meditación en lo que respecta a nuestra actitud que permite el uso de derivados sanguíneos y nuestra intolerancia al uso de la sangre en sí; es decir, la transfusión de sangre completa; en su totalidad. Esto me llevó a la conclusión que es incorrecto hacer distinciones o aplicaciones que no están mencionadas en la Biblia. Es contradictorio el que permitamos el uso de fracciones sanguíneas al mismo tiempo que nos oponemos a la donación de sangre; lo que hace posible el que existan componentes sanguíneos. Me parece muy contradictorio el que nosotros condenemos el almacenamiento de la sangre para un uso posterior, al mismo tiempo que nosotros utilizamos dicho almacenamiento. Sin argumentos bíblicos es muy inconsistente el que nosotros permitamos el uso de ciertos derivados sanguíneos, pues tales derivados son sangre independientemente de cómo lo queramos ver. Hasta donde yo he podido comprender, es imposible el hacer distinciones basándonos en la Palabra de Dios. Considerando lo antes mencionado, y considerando el hecho que la ciencia médica constantemente desarrolla nuevas técnicas para la manipulación de la sangre, así como para su procesamiento y separación, es obvio que nosotros tenemos que tomar una postura más consistente con la naturaleza de la sangre. Dicho de otra manera, es necesario que nosotros aceptemos y respetemos a aquella persona que voluntariamente decide aceptar una transfusión de sangre, o que prohibamos terminantemente el uso de derivados sanguíneos en cualquier modalidad.

Espero que ustedes entiendan la intención con la que escribo esta carta, pues no es mi intención el causarles ningún tipo de problema, pues es un hecho que la vida durante el fin de este sistema de cosas es de por sí muy problemática. Yo apoyo a toda la asociación de hermanos, y estoy dispuesto a dar mi vida por ellos antes que ser una piedra de tropiezo para alguna persona. La Revista La Atalaya, en su edición del 1 de Junio de 1982 nos dice lo siguiente: “En ocasiones algunos han traído a la atención del Esclavo Fiel y Discreto ciertos aspectos doctrinales u organizacionales para ser rectificados. Obviamente, se aceptan las sugerencias que se puedan hacer”. Fue basándome en esas palabras como yo escribí mi carta, y espero que ustedes lo comprendan así.

En su última respuesta ustedes me dijeron que sería buena idea dejar de discutir este tema. Espero que ustedes comprendan que el tiempo que he esperado es prueba que he observado su consejo. De igual manera, espero que ahora sí se le de consideración seria y digna a mis dudas y preguntas, ya sea por medio de correspondencia personal o por medio de algún artículo en la revista La Atalaya o Despertad. He adjuntado las cartas previas que he escrito para que ustedes puedan leerlas y tomar la decisión correcta. Si ustedes tienen alguna duda por favor comuniquense conmigo, ya sea por carta personal o por teléfono; haré todo lo que esté de mi parte para aclarar mis dudas y preguntas. Pueden estar seguros que aprecio en gran manera el trabajo que ustedes efectúan, y les doy las gracias a nombre de mi familia, mis vecinos, y mis hermanos de congregación.

Sinceramente, su hermano:

R. Jensen.

De:

Sociedad Watchtower de Nueva York
25 Columbia Heights
Brooklyn NY 11201

Para:

R. Jensen
24 Running Deer
Pheniz City, Al 36870

Estimado Hermano Jensen:



Recibimos su carta del 18 de Enero donde usted incluye la carta que envió el 15 de Noviembre de 1999, así como nuestras respuestas fechadas el 23 de Marzo y el 24 de Julio de 1998. La pregunta de usted tiene que ver con el por qué nosotros aceptamos ciertas fracciones de componentes sanguíneos, y cómo la aceptación de dichas fracciones es una decisión personal.

Tal vez usted recuerde que el estudio de la semana pasada de la revista La Atalaya, en su edición del 1 de Enero del año 2000, al final del párrafo 18 menciona el hecho que si el Cristiano no entiende bien la Escritura él hace bien al hacer eco a las palabras de Miqueas, las cuales dicen: “Mostraré una actitud de espera por el Dios de mi salvación”. De igual manera, le aconsejamos que usted haga lo mismo en lo referente a sus preguntas respecto al uso de diferentes derivados sanguíneos para propósitos médicos. No hay duda que ese es un proceder sabio y correcto.

Usted escribió que como anciano usted encuentra muy difícil “Explicar nuestra actual postura en lo referente al uso de la sangre para propósitos médicos”. Usted está conciente que como anciano usted debe de enseñar con convicción y mostrar entendimiento. Usted también nos habla de su incapacidad para responder ciertas preguntas y de su inhabilidad para ayudar a sus hermanos cuando ellos más lo necesitan. De manera apropiada usted está preocupado por tomar decisiones que tengan la aprobación de Jehová, y que éstas resulten una bendición para usted y su familia, y para su ministerio público. Usted también vuelve a mencionar sus problemas con el personal médico para el que usted trabaja, así como la reacción de ellos. No hay duda que su actitud es digna de encomio.

Sin embargo, hermano Jensen, es bueno que usted no trate de imponer sus deducciones y objeciones de conciencia sobre otras personas. Por décadas el Esclavo Fiel y Discreto ha tomado especial interés en el asunto de la sangre, y ha reflexionado profundamente al respecto a la luz de las Escrituras. En cuanto se comenzaron a dar las primeras divisiones de la sangre se escucharon opiniones respecto a los pros y contras del uso de esas fracciones. La postura consistente del Esclavo Fiel y Discreto al respecto se expresó en el encabezado “Preguntas de los lectores” del 1 de Junio de 1974 de la revista La Atalaya:

“Aunque nos abstenemos de aprobar o condenar decisiones en áreas en que creemos que las decisiones deben ser tomadas por la persona involucrada, también es cierto que nosotros nos esforzamos por hacer lo posible para que esa persona tenga una conciencia limpia ante Dios, de tal forma que ellos no ignoren lo que dice la Palabra de Dios de manera deliberada”.

Usted también verá el mismo punto de vista balanceado en una serie de respuestas que se dieron bajo el encabezado “Los Lectores Preguntan” en las ediciones del 15 de Junio de 1978 y del 1 de Marzo de 1989 de la revista La Atalaya. Por lo tanto, el aceptar o no aceptar pequeñas fracciones de sangre es una decisión personal después que se toman en cuenta todos los factores que podrían determinar dicha decisión. En el caso suyo, si usted no encuentra base alguna para aceptar alguna fracción de sangre sin importar lo pequeña que sea, entonces esa será su decisión ante Jehová. Al decidir usted esto, usted puede continuar con su servicio a Jehová con una conciencia tranquila. No obstante, otros después de meditar y orar al respecto, y después de considerar todo lo que esta decisión significa han llegado a la conclusión que su conciencia les permite admitir pequeños componentes sanguíneos. ¿Acaso ellos no deben tener el derecho de ser responsables de sus propias decisiones ante Jehová Dios; tal y como usted es responsable por sus propias decisiones?

Independientemente de cuál sea nuestra decisión, esto no debe ser un impedimento para ayudar a otros a entender lo que ha publicado “El Esclavo Fiel y Discreto” en lo relacionado a este asunto; asunto que ha sido analizado a través de las Escrituras. Después de analizar lo que se ha publicado entonces la persona puede tomar su propia decisión. Además, su decisión no debe basarse en la influencia de hermanos responsables que han tratado de ayudarla. En este respecto se nos ha informado que algunos ancianos, e incluso personal del comité de enlace con los hospitales se han rehusado a aceptar componentes menores sanguíneos a la hora de ser tratados médicamente. No obstante, esta renuencia por parte de ellos no les impide ayudar a sus hermanos y hermanas cuando ellos lo necesitan, y es necesario darles una explicación a lo expresado por el Esclavo Fiel y Discreto en lo referente a la aceptación o no aceptación de derivados sanguíneos, así como el proceso mecánico envuelto en el proceso que tiene que ver con la función de nuestra sangre en el cuerpo.

En lo referente a aquellas personas que trabajan en el área de servicios médicos y que no siempren entienden nuestra postura, podemos decirle que eso es algo que no nos sorprende. También entendemos el hecho que mucha gente considere nuestro rechazo a las transfusiones de sangre completa, o de componentes mayores de ésta como algo irrazonable. Sin embargo, a aquellos que hacen preguntas sinceras podemos decirles que las personas encargadas del comité de enlace con los hospitales saben hacer su trabajo, y en ocasiones, aunque no es posible convencer a la gente respecto a nuestra postura, sí es posible convencerlos para que respeten nuestra decisión personal en lo referente a la abstención de la sangre. Por lo tanto, no es de sorprendernos que ellos exijan una explicación a nuestra postura y que ellos hallen cosas que pudieran parecer incongruentes en tal postura, al aceptar fracciones de componentes sanguíneos, mientras rechazamos las transfusiones de sangre completa.

Esperamos que estas palabras le sean de gran utilidad. Aprovechamos esta carta para enviar nuestro caluroso amor Cristiano y nuestros mejores deseos.

Sinceramente, sus hermanos de Betel.

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