Tuesday, February 20, 2007

Las Cartas de Jensen III

6 de Abril del 2001

De:
R. Jensen
24 Running Deer Road
Phenix City Al 36870

Para:

Watchtower Bible and Tract Society
25 Columbia Heights
Brooklyn NY 11201

Estimados Hermanos:

Han transcurrido tres meses desde que les escribí haciéndoles saber mis preocupaciones y dudas respecto a nuestra postura en lo referente al uso de la sangre, donde una vez más expresé la urgencia y necesidad de una solución a este problema; así como una respuesta bíblica en caso de una negativa a mis propuestas.

El 23 de Febrero del 2001 llamé a la central de Brooklyn y pedí hablar con algún representante del Departamento de Redacción para hablar acerca de mis cartas. Mi llamada fue transferida al Departamento de Correspondencia de Patterson . El hermano que me contestó me dijo que mi carta había sido recibida y que alguien estaba “Trabajando” en ella. Hasta la fecha no he recibido respuesta por parte de ustedes, y eso es muy triste y decepcionante, y me deja muy confundido. Mis preocupaciones y angustian son muy serias y reales, y no he obtenido por parte suya respuestas bíblicas que justifiquen una negativa. Yo les he dicho claramente que no tengo a nadie a quien recurrir con excepción de ustedes, pues ustedes son los únicos con lo que puedo razonar a partir de las Escrituras. En vista de ello, es triste ver la forma en que he sido ignorado. Sin embargo, es apropiado y correcto que yo exija una respuesta clara y concreta por parte de ustedes a mi preguntas, y a la sugerencia que he hecho referente al cambio de nuestra postura en relación al uso de la sangre. He esperado pacientemente por más de un año y no he recibido respuesta alguna. Parece ser que ustedes no entienden que ustedes son los únicos a quienes yo puedo recurrir para aclarar mis dudas y preocupaciones. Si no puedo discutir este tema con ustedes, entonces, ¿Con quién puedo hacerlo?.

Lo más triste y lamentable del caso es que yo me he ofrecido a viajar a Betel y entrevistarme con ustedes; también me he ofrecido a contestar sus preguntas pero no me han preguntado nada. El hecho que ustedes no me han preguntado nada me hace pensar que mis dudas y mis preocupaciones son comprendidas por ustedes, o que al menos no han sido malinterpretadas. El resultado de su actitud es que mi confianza se ha debilitado, y aunque si bien es cierto que mi confianza en Jehová y su Palabra permanece firme, mi confianza en hermanos que supuestamente tienen como obligación el orientarnos y aclarar nuestras dudas se está perdiendo poco a poco. Esto me cuesta trabajo creer, pues no corresponde a las experiencias que he tenido dentro de la hermandad. Esto es muy doloroso y desconcertante.

La intención de esta carta no es la de hacer sentir mal a nadie; solo estoy expresando lo que siento. Si yo supiera acerca de otra manera de resolver mis dudas acudiría a ella, y preferiría hacer eso en vez de robarles su atención y tiempo. Anteriormente traté de discutir este tema con ancianos capacitados y experimentados, y de hecho, hasta con un superintendente de circuito; desafortunadamente, ningun de ellos pudo darme una respuesta satisfactoria, y todos me sugirieron que les escribiera. En vista de la correspondencia que he mantenido con ustedes, ustedes son los únicos que saben por qué no he recibido respuestas bíblicas y específicas a mis preguntas. Como hombre espiritual que soy, yo siempre me esfuerzo hasta donde me permiten mis límites en ayudar a mis semejantes cuando ellos me lo solicitan, es por ello por lo que me cuesta trabajo creer que me hagan esto, y que me hagan sentir como me siento. De cualquier manera, considero que es necesario que ustedes sepan el efecto que su actitud ha tenido para conmigo, y esa es la razón por la cual escribo esta carta. Por todas las razones que he dado continuaré esperando una respuesta, y continuaré disponible para aclarar alguna duda o pregunta que ustedes tengan respecto a mí. Por favor, comprendan que yo necesito una solución y una respuesta en lo referente a este tema, y es difícil creer que yo sea la única persona con este tipo de dudas, angustias e inquietudes. Es obvio pensar que todos los hermanos se beneficiarán si se clarifica este asunto de una vez por todas.

Respetuosamente,
R. Jensen.

Mayo 30, 2001

De:

Watchtower Bible and Tract Society
25 Columbia Heights
Brooblyn NY 11201

Para

R. Jensen
24 Running Deer Road
Phenix City Al, 38870

Estimado Hermano Jensen:

Esta carta confirma la conversación telefónica que tuvimos con usted el 17 de Mayo del 2001, y confirma que recibimos todas sus cartas. También confirma que recibimos su carta del 1 de Marzo, la cual fue una respuesta a nuestra carta que usted recibió el 21 de Febrero del año 2000.

Cuando usted escribió por primera vez y compartió con nosotros sus dudas y sus puntos de vista, sus observaciones no fueron ignoradas. Todas las cartas suyas han sido consideradas cuidadosamente . En estas cartas usted presenta sus razones y motivos, y usted llega a la conclusión que debido a que la ley Mosaica fue cancelada, la declaración apostólica referente a la abstención de la sangre solo incluye el uso de la sangre para consumo humano y el abstenerse de cosas estranguladas. Este tipo de conclusiones solo reflejan su manera de pensar respecto a lo que en su opinión refleja el mandato de Dios, y el alcance que tal prohibición puede tener en la orden que Jehová dio a Noé en el capítulo nueve del libro de Génesis. -Hechos 15:27-. Usted afirma que Noé no tenía razones para ver a la sangre de la forma tan sagrada a como la veían los Judíos bajo la ley Mosaica, y hasta usted mencionó que tal vez Noé pudo haber utilizado la sangre para la fabricación de pigmentos o pintura, así como alimento para los demás animales. Usted mencionó que la prohibición acerca de la sangre para consumo humano solo incluía la abstención de comer sangre de animales que habían sido sacrificados deliberadamente para consumo humano, pues Jehová no dio ninguna prohibición al respecto. Usted también hace referencia a Deuteronomio 14:21, donde Jehová hizo provisión para que los extranjeros pudieran comprar y comer a un animal que hubiera muerto por causas naturales, y usted da por un hecho que el comer la sangre contenida en la carne de un animal que no había sido sacrificado deliberadamente por el hombre era una provisión provista por Jehová para los no Judíos. Debido a ello, sus razonamientos lo llevaron a la conclusión que el uso médico de la sangre proveniente de donantes vivos no está prohibido por Dios. No obstante, le preguntamos, ¿El hacer esta clase de deducciones armoniza con la intención de la Biblia al prohibir el consumo de la sangre?

Es muy claro que lo que dijo Santiago en Hechos 15:21 fue que el Cuerpo Gobernante del Primer Siglo consideró todo lo que Moisés había escrito bajo la inspiración del espíritu santo; incluyendo lo que él había escrito en el libro de Génesis. Sin embargo, ni el relato de Hechos, ni ninguna otra parte del registro bíblico muestra que los ancianos se limitaron únicamente a lo que Moisés escribió en el libro de Génesis al llegar a la conclusión de lo que incluía “Todas estas cosas”; lo cual era una referencia a abstenerse de fornicación; idolatría, y sangre. Tampoco hay pruebas que los hermanos hayan interpretado las palabras que encontramos en Génesis 9:3-6 de la forma que usted lo ha hecho, y que la prohibición de sangre se limitaba a no comer sangre de animales que habían sido sacrificados para consumo humano.

Aunque la orden de no comer carne con sangre fue dada a Noé en referencia a los animales sacrificados para consumo humano, él no tenía razones para pensar que la sangre podía utilizarse de otra manera. ¿Por qué decimos eso? Por la sencilla razón que esta orden reflejaba el principio que dice “Solo carne con su alma- su sangre- no debes comer”. En este pasaje bíblico la sangre es comparada con el alma del animal, y eso es verdad, ya sea que la sangre aún circulara por las venas del animal cumpliendo su papel vital de mantener viva a la creatura, o ya sea que la sangre estuviera a punto de derramarse sobre el suelo. Ahora bien, si la sangre de un animal era considerada sagrada por Jehová, cuánto más sagrada debe considerarse la sangre humana; tal y como Jehová lo mencionó en su mandato de Génesis 9:5,6.

El principio que nos dice que la sangre representa el alma o la vida descarta la posibilidad de comer sangre bajo cualquier circunstancia, pues la sangre; al igual que la vida, pertenece a Jehová; y por lo tanto, es sagrada. Debido a ello, no hay razón para creer que Noé, por ejemplo, hubiera podido comer sangre siempre y cuando esta sangre no se comiera con la carne. Tampoco hay razones para creer que Noé hubiera podido haber comido la carne de un animal que hubiera muerto de causas naturales, o que él pudiera comer la sangre de un animal aún vivo, puesto que tal animal no había sido sacrificado. De otra manera podría asumirse que en la actualidad algún siervo de Jehová pudiera comer la sangre de un animal que ha muerto de causas naturales; tal y como lo hacen los Masai de África, quienes desangran a un animal ya muerto y lo consumen. Aunque si bien es cierto que la orden dada a Noé es muy breve y no especifica que la sangre del animal sacrificado debe derramarse sobre el suelo; tal y como después se especificó por medio de la ley dada a Moisés, es razonable pensar que Noé trataría la sangre respetuosamente, y no utilizaría indignamente algo considerado sagrado por Dios.

Además, no debemos pensar que la provisión de Jehová de permitir a un Judío vender a un pagano un animal muerto por causas naturales como un permiso de Jehová para comer sangre, pues Jehová en ese entonces no vio la necesidad de hacer cumplir sus leyes estrictamente en aquellos que no lo conocían tan bien como los Israelitas; tal y como Pablo lo menciona en Hechos 14:16 y 17:30, lo cual también se refleja en el Salmo 147:20, en Romanos, 2:14,15, y en 1Corintios 9:21. De manera similar, Jehová Dios no hizo cumplir estrictamente su ley en referencia al matrimonio y por eso permitió el divorcio y la poligamia. No obstante, esas provisiones de Dios fueron hechas debido a ciertos factores que privaban en ese tiempo en la sociedad Judía. -Mateo -19:3-9-. Sin embargo, bajo la ley Cristiana, las normas respecto al matrimonio fueron elevadas a su estado original, y lo mismo sucedió con otros aspectos del comportamiento y de la adoración.-Mateo 5:17-48; Romanos 3:31-.

Aunque es obvio que el Cuerpo Gobernante del Primer Siglo tomaría en cuenta la orden dada a Noé por Jehová para verificar el mandato dado a los Cristianos Gentiles de abstenerse de sangre, estos ancianos también tenían frente a ellos todo lo que decían las Escrituras Hebreas respecto a la prohibición de comer sangre y la santidad de la vida. La santidad de la sangre y de la vida se hizo presente desde la primer profecía y cómo ésta habría de cumplirse. -Génesis 3:15, Efesios 1:8-10; 1 Pedro 1:19-21-. A partir de ese momento Jehová sentó las bases para el entendimiento y la explicación del porqué de la venida de su Hijo y el sacrificio y derramamiento de la sangre de Jesús como ofrenda por los pecados de la humanidad. Romanos 5:8-. Debido a su fe, Abel se dio cuenta que los animales, y no los vegetales sin sangre, serían aceptables a Jehová como sacrificio; tal y como también entendieron Noé y Abrahán .-Génesis 4:25; 8:20, 21; 10:22:9-13; Hebreos11:4-. Como todos sabemos, fue la sangre de Abel lo que clamaba a Jehová. -Génesis 4:10, Hebreos12:24.

El punto de vista de Jehová respecto a la santidad de la sangre y la vida continuó reflejándose de manera consistente en la ley que Él dio a Israel, al mismo tiempo que hizo provisiones para el uso de la sangre para propósitos de expiación de pecados. Cualquier persona que comía cualquier clase de sangre era cortado del pueblo de Israel. ¿Por qué? Jehová responde: “En cuanto a cualquier hombre de la casa de Israel o algún residente forastero que esté residiendo como forastero en medio de ustedes que coma cualquier clase de sangre, ciertamente fijaré mi rostro contra el alma que esté comiendo la sangre, y verdaderamente la cortaré de entre su pueblo. Porque el alma de la carne está en la sangre, y yo mismo la he puesto sobre el altar para ustedes para hacer expiación por sus almas, porque la sangre es lo que hace expiación en virtud del alma [en ella]. Por eso he dicho a los hijos de Israel: “Ninguna alma de ustedes debe comer sangre, y ningún residente forastero que esté residiendo como forastero en medio de ustedes debe comer sangre”. -Levítico 17:10,14-. Obviamente, esto significa que la persona entera o creatura es representada por la sangre porque la vida del alma está en la sangre. Por lo tanto, no sería correcto concluir que Dios vería la sangre en cuestiones de volumen, ni de la cantidad que quedara en el cuerpo para que el cuerpo continuara viviendo. Para ilustrar esto de una mejor manera tomemos en consideración la prohibición que Jehová dio de abstenerse de grasa. Por ejemplo, la parte grasosa de la cola de alguna oveja podría cortarse sin causar la muerte del animal. ¿Podría algún Israelita comer la cola de una oveja debido a que esta parte ya no estaba en el cuerpo de la oveja, y la oveja aún permanecía viva? Por supuesto que no, pues la grasa continuaría siendo un símbolo prohibido bajo la ley de Moisés. La ley decía: “Toda la grasa pertenece a Jehová....no deben comer cualquier clase grasa ni sangre”. -Levítico 3:3-17. ¿Acaso el simbolismo que Jehová había asignado a la sangre cambiaba de valor dependiendo de si el animal estaba vivo o muerto?

Por lo tanto, es evidente que el punto de vista de Jehová respecto a la sangre y la vida ha permanecido constante a través del tiempo y bajo cualquier circunstancia. La sangre del hombre podía derramarse únicamente bajo ciertas condiciones y circunstancias. Como Cristianos Hebreos, el Cuerpo Gobernante del Primer Siglo sabía que al haber cancelado la ley Jehová no había cancelado su principio referente a la vida y a la sangre. Si la vida de la creatura era sagrada, entonces aquello que representa la vida de la creatura; su sangre, también era sagrada. El manejo apropiado de la sangre nos hará recordar que toda la sangre pertenece a Jehová. -Ezequiel 18:4-. Por lo tanto, aunque el decreto apostólico determinó que la circuncisión no era necesaria para los Gentiles; aún así determinó que era necesario el “Abstenerse de sangre”, pues al hacer eso ellos mostraría respeto por la santidad de la vida.

El abstenerse de sangre también reflejaría aprecio por la provisión de Dios del uso de la sangre para la expiación de pecados, pues el sacrificio de animales para ese propósito fue una prefiguración de lo que representaba el sacrificio de Cristo Jesús a favor de la humanidad. Por lo tanto, los ancianos no ignoraron el hecho que “Esas cosas eran una sombra de las cosas por venir”; es decir, las cosas provistas en la ley de Moisés, y eso dio a los adoradores de Jehová del Primer Siglo un mejor entendimiento acerca de los requisitos y los propósitos de Dios hasta que por fin llegó “La realidad que pertenece a Cristo”. El entero historial bíblico reflejado en las Escrituras Hebreas, así como la experiencia Cristiana, incluyendo el hecho que Cristo Jesús derramó su sangre a favor de toda la humanidad creyente ciertamente sería considerada por esos ancianos, al mismo tiempo que el espíritu santo los hacía llegar a la conclusión de incluir entre “Las cosas necesarias” el abstenerse de sangre y hacer ver que esto era un mandato que aplicaba a los Cristianos gentiles, al mismo tiempo que se revelaba la verdad a ellos de una forma progresiva, y se comprendían mejor los propósitos de Dios. Además de eso, los principios registrados en la ley de Moisés aún proveían guía para los Cristianos. Con mucha frecuencia Jesús y los Cristianos del Primer Siglo hicieron referencia a la ley de Moisés para aclarar el punto de vista de Jehová respecto a ciertas cosas. Por favor, considere las alusiones que Pablo hizo respecto a la ley en Efesios 6 1-3, 1 Corintios 9:8-10, y 1Timoteo 5:19. De manera similar, nosotros también podemos escudriñar la Ley y obtener un mejor entendimiento en lo relacionado a los pensamientos de Jehová respecto a la sangre; como por ejemplo, la forma correcta de sacrificar los animales para consumo humano, y la forma correcta de disponer de la sangre que ha sido derramada. También habla de la ocasión cuando un animal ha muerto por causas naturales, y cuando ha sido muerto por otro animal. -Éxodo 22:3; Levítico 7:26; 17:10-15; Deuteronomio 12:16,20-25; 14:21-.

Es muy interesante ver que el Cuerpo Gobernante determinó que los Cristianos Gentiles deberían abstenerse de las cosas mencionadas. La mayoría de los Gentiles no creyentes no estarían concientes de lo que implicaba la idolatría, la fornicación, y el consumo de sangre; ni siquiera estarían informados de la ley dad a Noé. No obstante, los Cristianos Gentiles del Primer Siglo después de conocer la Palabra de Jehová sin duda alguna estarían dando pasos para conformar su vida a los requerimientos y preceptos de Él dados por medio de Cristo Jesús, y por medio de las enseñanzas que muestran la forma de adorar correctamente al Creador. Es obvio que estas enseñanzas no se limitaban a lo que está escrito en el libro de Génesis. No hay duda que ellos habían adquirido un conocimiento más avanzado por medio de las Escrituras Hebreas, incluyendo la ley de Moisés; especialmente debido a que algunos Cristianos Hebreos no creían que los Cristianos Gentiles podían llegar a ser salvos a menos que los gentiles se circuncidaran y se sometieran a la ley Mosaica. Es posible que algunos Gentiles se esforzaran por sujetarse a la ley de Moisés. Ahora bien, este decreto clarificó las cosas que los Gentiles hacían según el limitado conocimiento que ellos tenían; y debido a ello, se publicó una lista “De las cosas que debían abstenerse”. Por lo tanto, el decreto no invalidó los principios de la ley sino que los verificó como principios constantes e inalterables. Por eso, cuando el Cuerpo Gobernante publicó el decreto de “Seguir absteniéndose de sangre” es evidente que ello significaba cualquier tipo de sangre, ya sea animal o humana, independientemenete de la fuente donde proveniera esta sangre, y de las circunstancias en que se hallara la persona que debía abstenerse de sangre debido a que la sangre representaba “El alma” de la creatura. Ellos no limitaron la abstención de sangre basándose en la predicación o no predicación de las Buenas Nuevas. Por lo tanto, no hay razón para pensar que Jehová aprobaría la remoción de alguna cantidad de la sangre de la creatura, -pues ÉL mismo dijo que la sangre representaba la vida de la creatura,- para después aplicar esa sangre a otra creatura a fin de salvar la vida de la creatura necesitada. Es obvio pensar que el mandato de abstenerse de cosas estranguladas fue incluido debido a la práctica común de aquellos días, pues para los Gentiles era un manjar el consumir cosas estranguladas. -Revista La Atalaya, 15 de Junio 1990-. De manera interesante podemos añadir que esta prohibición se hizo más clara con los detalles que se dieron en la ley Mosaica respecto al manejo correcto de la sangre; detalles que no se dieron en la ley dada a Noé.

En los inicios de la congregación Cristiana el Cuerpo Gobernante sirvió como el agente que Jehová utilizó para proveer guía oportuna al tiempo apropiado, al tomar todos los aspectos relacionados con la sangre y emitir un decreto. Obviamente, con el avance de la ciencia médica han surgido nuevas preguntas referente a la aplicación de los principios bíblicos y que tienen que ver con el uso y manejo correcto de la sangre. Pero, ¿Cómo proveería Jehová Dios guía a su pueblo en esta ocasión? De la misma manera que lo hizo cuando surgieron preguntas respecto a la sangre en el Primer Siglo. -Hechos 15:6-. Obviamente, Él continúa utilizando su Palabra inspirada y su espíritu santo para instruir a su pueblo por medio de su agencia en la tierra, y por medio del “Esclavo Fiel y Discreto” el cual Jesús pronosticó, proveería el alimento oportuno a su debido tiempo a la casa de Dios. -Mateo 24:25-47-. Debido a ello, Jehová Dios ha utilizado al Esclavo Fiel y Discreto para proveer guía a los Cristianos cuando ellos se enfrentan al uso de sangre o a fracciones de ésta; tal y como sucedió en el Primer Siglo

Por varias décadas el Esclavo Fiel y Discreto le ha dado mucha atención e importancia al asunto de la sangre para uso médico y ha hecho una consideración de ello por medio de una cuidadosa reflexión, así como por medio de la oración y la consideración de este asunto a la luz de las Escrituras. En cada ocasión en que se trata este tema la Clase del Esclavo toma en cuenta todos los factores involucrados, incluyendo algunos de los cuales usted menciona en su carta, y la conclusión siempre ha sido la misma; es decir, que el aceptar la sangre entera o sus cuatro componentes primordiales -glóbulos blancos; glóbulos rojos; plaquetas, y plasma- es una violación de las Escrituras. En lo referente a la aceptación de derivados sanguíneos, la revista La Atalaya en su edición del 1 de Junio de 1974, dice: “Aunque nos abstenemos de aprobar o condenar en tales casos, creemos que la decisión al respecto debe ser dejado a la conciencia de la persona; no obstante, nosotros nos esforzamos por aconsejar a las personas a mantener una conciencia limpia ante Dios, y aconsejamos a no mostrar nunca una falta de respeto deliberado por su Palabra”. Esta respuesta es consistente con nuestra postura mostrada a través de los años, y como prueba de ellos podemos citar la respuesta que se dio respecto a este tema en las ediciones del 15 de Junio, y del 15 de Octubre de la revista La Atalaya.

Usted dice que el utilizar una pequeñas fracciones de derivados sanguíneos equivale a utilizar sangre en sí; es decir, sangre completa. Algunas personas creen lo mismo que usted, y es por eso por lo que animamos a ese tipo de personas, y los exhortamos a continuar teniendo una conciencia limpia ante Dios. No obstante, otras personas piensan diferente y llegan a la conclusión que después de cierto punto el componente sanguíneo ha sido diluido de tal manera que ya no lo consideran sangre en sí. El Esclavo Fiel y Discreto ha llegado a la conclusión que no puede ser dogmático en este sentido, y ha dejado que sea la conciencia del individuo la que decida si se usa o no derivados sanguíneos en su tratamiento. Él debe sopesar este tipo de decisiones ante Dios. -Gálatas 6:5-.

Aunque no hemos discutido con detalle todos y cada uno de los puntos de su carta, esperamos que estos comentarios le hayan sido útil. Es evidente que el asunto de la sangre le ha causado muchos problemas, al grado de cuestionar el hecho de si la creencia de los Testigos de Jehová respecto a la sangre es la correcta. Usted ha presentado sus razonamientos y argumentos. Cuando tenemos preguntas respecto a cosas que no podemos entender, aún después de una rigurosa investigación y consideración, lo mejor que podemos hacer humildemente es esperar en Jehová. Eso es lo que le sugerimos en nuestra carta anterior, al tiempo que lo exhortamos a continuar fielmente en su servicio a Jehová.

El proceder de esta manera de alguna manera pondrá a prueba su fe en Jehová y en la forma en que Él dirige a su organización por medio del Esclavo Fiel y Discreto. A través de los tiempos los siervos fieles de Jehová han hecho precisamente eso, y han estado dispuestos a esperar en Jehová, y en la dirección que Él desea que ellos se dirijan, y esta espera ha sido ricamente recompensada.

Al manejar los asuntos de esta manera comprendemos lo necesario que es apoyarnos más y más en Jehová a la hora de buscar su guía y dirección; dirección que Él ya ha provisto por medio de su Palabra y de su organización. -Proverbios 2:1-9-. No obstante, si acaso son necesarios cambios y ajustes, tenemos confianza que Jehová proveerá el entendimiento a su debido tiempo. Por lo tanto, es necesario que mostremos paciencia y no dejar que las dudas se conviertan en una preocupación, al grado que esto disturbe nuestro balance espiritual y nuestro gozoso servicio a Jehová.

Confiamos que los comentarios contenidos en esta respuesta le sean de ayuda. Con nuestra carta también deseamos enviarle nuestro calor y afecto Cristiano.

Sinceramente,

Sus hermanos de la Watchtower Bible and Tract Society of New York.

Junio 9, 2001

De R.Jensen
24 Running Deer Road
Phenix City, Al 36870

Para:

Watchtower Bible and Tract Society
25 Columbia Heights
Brooklyn, NY 11201.

Asunto: El Punto de Vista Correcto Respecto a la Sangre

Estimados Hermanos:

Aprecio mucho su carta y su respuesta que recibí el 30 de Mayo del año 2001, así como la conversación telefónica que tuvimos el 17 de Mayo, donde hablamos principalmente de las dos dudas que me aquejan, así como de otros asuntos que han nacido a raíz de mis preguntas respecto a la observancia y el manejo correcto de la sangre. Esta es mi última carta y en ella expresaré algunas de las cosas que pienso respecto a sus respuestas.

Esta es una confesión de mis pensamientos y sentimientos; pensamientos que Dios sabe que son sinceros, y por respeto a Él, no espero respuesta de parte de ustedes.

En su carta ustedes me responden: “Su razonamiento al concluir que la ley Mosaica había sido cancelada, y que la decisión del Cuerpo Gobernante respecto al abstenerse de sangre y de cosas estranguladas se limitaría solamente a reafirmar la ley dada a Noé y a lo que usted considera serían los límites de la prohibición dada por Jehová en el capítulo 9 del libro de Génesis referente al respeto por la sangre y por la vida”.

A esto yo les respondo que la razón por la que concluí que la orden de abstenerse de sangre se limita a la reafirmación de la ley dada a Noé es porque en una de nuestras publicaciones ustedes escribieron: “Por lo tanto, no se estaba imponiendo en los Cristianos Gentiles la responsabilidad de que ellos se conformaran a la ley Mosaica, o a alguna parte de ella, sino mas bien, eso era una confirmación de las normas y disposiciones dadas antes de Moisés”. - Libro Unidos en la Adoración del Único Dios Verdadero, página 149. Por lo tanto, si en lo referente al respeto de la sangre la decisión del Cuerpo Gobernante del Primer Siglo “Era una confirmación de las normas reconocidas antes de Moisés” y no una “Nueva imposición sobre los Cristianos Gentiles de someterse a la ley Mosaica o a alguna porción de ella”, entonces debemos ser capaces de probar nuestra postura actual, la cual incluye normas que han estado en vigor y han sido reconocidas aún desde antes de Moisés. En lo referente a la sangre, la única norma bíblica considerada y que podría ser considerada como estandard es la que menciona la página del libro que mencioné; es decir, la ley dada por Jehová a Noé, la cual encontramos en el capítulo 9 del libro de Génesis. Esta es la razón por la cual parte de mi investigación se enfocó en las cosas que podemos afirmar son una confirmación de los requisitos y órdenes dadas a Noé.

En lo que respecta a lo que ustedes dicen es mi opinión referente a los límites y aplicaciones de la ley de Dios dada a Noé, puedo asegurarlas que evité escrupulosamente emitir mis propios juicios a la hora de considerar lo que nos dice el libro de Génesis. En vez de ello, presté especial interés y atención a las cosas que Dios verdaderamente dijo, y las cosas que Él verdaderamente exigió. Lo que escribí no son interpretaciones privadas. Mis comentarios acerca de cómo Noé pudo haber utilizado la sangre sin violar la ley no insinúan que Noé hizo tal cosas, o que Dios le permitió hacer eso. Esos comentarios solo reflejan desde un punto de vista legal, - por decirlo de alguna manera- lo que Noé pudo haber hecho sin violar las normas y estipulaciones dadas Jehová mismo, según lo que leemos en las Santas Escrituras. A pesar de ello, podemos decir que no existe desacuerdo entre nosotros, pues la ley dada a Noé tuvo que ver con el sacrificio de animales para consumo humano. Nosotros también estamos de acuerdo que Noé no podía comer la sangre de los animales que él había sacrificado. No obstante, ¿Acaso Jehová Dios prohibió o exigió algo más que eso?

En nuestra conversación del 17 de Mayo del 2001 hablamos mucho de lo que Noé pudo pensar o no pensar respecto a la prohibición que Dios le dio respecto a la sangre. No obstante, lo que Noé pudo pensar o no pensar es solo eso; una especulación. Lo único de lo que sí podemos estar seguros es aquello que está registrado en las Escrituras, lo que incluye la prohibición acerca del consumo de la sangre y el significado metafórico que Dios le dio a ésta como fuente y base de la vida. No es necesario especular respecto a lo que Jehová dijo en este sentido. Lo que Jehová requería quedó muy claro, por lo tanto, Noé no tenía nada que especular al respecto. Pero, ¿Qué fue lo que Jehová dijo a Noé?

Su carta del 30 de Mayo del 2001 está de acuerdo conmigo en lo relacionado a la orden que Jehová dio a Noé respecto a no comer la sangre de los animales que habían sido sacrificados para consumo humano. Esto es exactamente lo que Jehová dijo a Noé, y esto está de acuerdo con lo que se ha dicho en nuestras publicaciones. Aunque en su carta ustedes dicen que “Noé no tenía razones para pensar que él podía comer carne con sangre”, también es cierto que Jehová no mencionó alguna forma en que Noé podía usar la sangre, o si Noé pudiera consumir animales que habían muerto de causas naturales y que no se habían desangrado. Es verdad que es razonable pensar que Noé no tenía razones para pensar que él podía utilizar la sangre de alguna forma; no obstante, en ningún lugar se menciona eso. Además, es razonable pensar que Noé hubiera dado un uso diferente a la sangre antes del Diluvio; tal y como utilizaban las pieles y posiblemente otras partes del cuerpo del animalm, como los ligamentospor ejemplo. Jehová mismo fue quien dio guía respecto al uso del cuerpo de los animales al proveer a Adán y a su esposa la piel de los animales como ropa para ellos. Puesto que Jehová no dio instrucciones a Adán respecto al uso de la sangre, Noé también pudo suponer que si Dios no había mencionado ninguna prohibición respecto al uso de la sangre, entonces la sangre podía utilizarse como él quisiera, pues después de todo, si Jehová Dios hubiera querido prohibir el uso de la sangre contenida en la carne de un animal que había muerto de causas naturales lo hubiera hecho desde un principio. Ustedes se preguntan si Noé hubiera podido haber comido la sangre de un animal aún con vida; tal y como lo hacen los habitantes de la tribu Masai. Jehová le proveyó a Noé animales para que le sirvieran como alimento. -Génesis 9:2,3-. No obstante, a Noé se le prohibió explícitamente comer animales con su nefesh; es decir, con su alma, por el hecho que ellos aún estaban vivos. Literalmente podemos decir que todos los animales tienen un nefesh, por que ellos son nefesh en sí. Puesto que la orden de Jehová prohibía el comer animales con su nefesh, entonces podemos decir que las órdenes de Dios prohibían la práctica que ustedes mencionan. ¿Acaso Jehová requería de Noé más de lo que Él le había dicho a su siervo?

En su carta se hacen deducciones basadas en el hecho que Jehová habla de la sangre como el símbolo de la vida. No obstante, les pregunto, ¿Deberíamos deducir qué es lo que Jehová espera de nosotros según las prohibiciones de Jehová dadas a Noé? En vez de ello debemos preguntarnos: Como resultado de la ilustración que Jehová Dios dio respecto a la sangre, ¿Qué fue lo que Jehová verdaderamente ordenó o requirió de Noé? El saber lo que Jehová ordenó a Noé es muy fácil si consultamos lo que nos dicen las Escrituras, pues no necesitamos hacer ningún tipo de especulación al respecto. Sin embargo, el concluir que Jehová ordenó más de lo que Él realmente ordenó requiere que recurramos a la especulación. Por eso les pregunto, como congregación, ¿Debemos insistir que Jehová dijo más de lo que Él dijo, y recurrir a las opiniones personales e interpretaciones privadas? Este es el meollo del asunto y la causa de mi preocupación, pues se trata de confirmar normas reconocidas y aceptadas antes de Moisés. Debido a ello, ¿Debemos entender esta confirmación basándonos en los requerimientos precisos y detallados que nos mencionan las Escrituras, o tenemos la libertad de pensar diferente?

Su carta trata el asunto de la aceptación de sangre desde el punto de vista de la ley Mosaica, y ustedes la mencionan como una guía en el asunto de la abstención de sangre. En lo personal creo entender correctamente lo que Jehová requería de los Judíos y de los prosélitos Judíos. Yo no tengo ningún problema en aceptar que los Cristianos Gentiles del Primer Siglo obedecían muchos preceptos de la ley Mosaica, incluyendo la abstención de la sangre. No obstante, a pesar que entiendo esto, aún permanece la disposición de Jehová que encontramos en Deuteronomio 14:21; disposición que también es parte de la ley Mosaica, y cómo ésta está en armonía o en desacuerdo con nuestra postura actual en lo referente al asunto de la sangre. En la carta que me enviaron ustedes hacen mención de este texto, sin embargo, ustedes no proveen un razonamiento que demuestre que la ley dada a Noé sea la misma a la ley dada a Moisés. La afirmación de ustedes al decir que “Evidentemente Jehová no vio la necesidad de hacer cumplir cabalmente sus órdenes en aquellos que no lo conocían” no la considero válida, pues es una suposición de ustedes el decir que la provisión dada a los Judíos de poder vender un animal muerto sin desangrar a los gentiles para consumirlo es una disposición diferente a la disposición dada a los no Judíos por medio de Noé, y debido a ello, ustedes concluyeron que el comer un animal sin desangrar, muerto de causas naturales era una violación de la ley de Jehová dada a Noé; no obstante, esto que ustedes dicen es una deducción o una suposición, y no algo que esté registrado como una orden clara y directa. Es por eso por lo que les pregunto, ¿Qué sucede si Deuteronomio 14:21 esta en armonía con la ley dada a Noé? ¿Cómo afectaría esto nuestro entendimiento actual? Es obvio pensar que cada porción de la Biblia refleja la voluntad de Dios en armonía con sus principios fundamentales, a menos que se demuestra lo contrario. -Malaquías 3:16, Santiago 1:17-. Por lo tanto, aunque yo estoy de acuerdo con el hecho que los principios enunciados en la ley Mosaica nos proveen guía confiable, mi pregunta es: Si Deuteronomio 14:21 es un principio, y éste está en armonía con Génesis 9, entonces, ¿Qué guía nos provee este principio en lo referente al principio Cristiano de abstenernos de sangre? ¿De qué forma Jehová nos ordena de abstenernos de sangre? ¿De la forma en que se prohibió a Noé abstenerse de sangre, o de la forma en que a los Judíos se les prohibió abstenerse de sangre? Esto nos trae de vuelta a mi pregunta; ¿Cuál fue el principio reconocido antes de Moisés?

Yo estoy de acuerdo que los Cristianos del Primer Siglo fueron muy influenciados por las prohibiciones de la ley Mosaica. Pero como hemos visto, en lo relacionado a la sangre a los Judíos se les exigía mucho más que a las gentes de las naciones, y puesto que el espíritu de Dios ordena la abstención de sangre a Noé, y sin embargo, no le da las mismas especificaciones que a Moisés, ¿Qué debemos de concluir debido a esto? Este es un asunto muy importante y aún permanece sin resolverse, pues no puede probarse que Deuteronomio 14:21 esté en desacuerdo con el capítulo 9 del libro de Génesis. Ahora bien, si existe armonía entre Deuteronomio 14:21 y Génesis 9 podemos llegar a la conclusión que las prohibiciones respecto a la sangre eran menos estrictas para Noé y su descendencia que para los Judíos. Además, si Deuteronomio 14:21 está en armonía con el capítulo 9 del libro de Génesis esto no haría que la orden dada a Noé fuera una violación a la ley de Moisés, o que ambas leyes fueran contradictorias. La ley de Moisés no está en desacuerdo con la ley de Noé, sino que solo es más estricta; aparte del hecho que la ley de Moisés requiere mucho más debido a que en ella se incluyen los sacrificios sagrados como expiación por los pecados del pueblo.

Ustedes también mencionan el ejemplo de la cola de una oveja y la grasa contenida en ella. Ustedes preguntan: ¿Podría un Israelita comer la cola de una oveja y su grasa debido a que la cola fue arrancada de la oveja y ella aún estaba viva? A esto yo les contesto que a diferencia de lo que se dijo a Noé respecto a la sangre, la ley de Moisés prohibía el consumo de la sangre y de la grasa independientemente de manera como haya muerto el animal; el que hubiera muerto por causas naturales o hubiera sido sacrificado no hacía ninguna diferencia. Esto va más allá de tratar el asunto de la grasa de los animales que habían sido sacrificados, pues la ley de Moisés prohíbe el consumo de la grasa de manera abstracta; es decir, es una prohibición que debería cumplirse independientemente de las circunstancias. Ustedes mencionan el texto de Levítico 3:17; no obstante, parece ser que ustedes no comprenden que este texto de manera clara e inequívoca prohíbe el consumo de la sangre y de la grasa: “Toda la grasa pertenece a Jehová, “Es un estatuto hasta tiempo indefinido para las generaciones de ustedes, en todos los lugares donde moren: No deben comer grasa alguna ni sangre alguna”. Tal y como en el caso de la sangre, esta orden no da lugar a dudas ni a interpretaciones privadas, pues la ley no hace distinción alguna respecto a si la grasa - o la sangre- provenía de un animal vivo o muerto, o si el animal había sido sacrificado o había muerto de causas naturales. Es por esa razón por la que yo no veo ninguna relevancia en su ejemplo, o cómo éste pudiera aplicar en nuestra consideración. En lo referente a la sangre, lo que se le dijo a Noé no fue tan restrictivo como lo que después se le ordenó a los Judíos bajo la ley Mosaica. Tal y como a Noé no se le ordenó derramar la sangre sobre el suelo - tal y como después se le ordenó a los Judíos- tampoco se le dio de manera inequívoca la orden de no comer cualquier otra clase de sangre. A Noé solo se le dijo que no comiera la sangre de los animales que él había sacrificado para alimentarse, y preservar su vida de esa manera por medio de la nutrición que la carne del animal contenía. Obviamente, lo que deducimos e inferimos es una interpretación privada y un asunto muy diferente. De manera interesante, el espíritu de Dios no inspiró al Cuerpo Gobernante del Primer Siglo a decir ‘Absténganse de cualquier tipo de sangre’ o ‘Absténganse de todo tipo de sangre’; tal y como él había ordenado en otras ocasiones. El espíritu de Dios inspiró a aquellos hermanos a decir “Absténganse de sangre”, lo cual, aunque es una prohibición, no indica de manera clara y específica lo que ella implica. Esta prohibición no se da como una ley absoluta; es decir, con detalles y prohibiciones específicas, y por lo tanto, no debe verse como tal. Esta ley carece de elementos como la cantidad o el tipo de abstención que ella ordena, así como del tipo de sangre del que uno debe abstenerse. Es por eso por lo que esta prohibición requiere la verificación por medio de otros textos bíblicos, y esa es otra de las razones por las cuales decidí preguntar a ustedes. Si este decreto fuera de tipo absoluto y definitivo no habría necesidad de definir o explicar su aplicación.

Además de esto, en su carta ustedes no tratan o comentan el asunto que tiene que ver con mis problemas de conciencia; problemas que les hice saber en mi carta y en la conversación telefónica que tuvimos, respecto al uso que hacemos de la sangre donada y almacenada, y de la prohibición que tenemos de no contribuir a las reservas de sangre que nosotros mismos usamos. En esa conversación se me dijo que el donar sangre debe ser un asunto de conciencia siempre y cuando la sangre donada sea procesada y utilizada como derivados sanguíneos; los mismos derivados sanguíneos que se nos permite utilizar en algún tratamiento médico. Debido a que ustedes me dijeron que esto debe ser una decisión personal puedo concluir que sus conclusiones son las mismas que ustedes han publicado en sus revistas en lo referente a la aceptación de derivados sanguíneos. Si acaso alguien me vuelve a preguntar acerca del asunto de la sangre repetiré lo mismo que ustedes han dicho; es decir, que cada uno debe tomar su decisión según le indique su conciencia. Si se me exige alguna verificación lo único que puedo hacer es dirigir a la persona a las cosas que ustedes han publicado, y después la persona tendrá que sacar sus propias conclusiones.

Agradezco mucho su atención y tolerancia debido a mi insistencia y el haber contestado mi carta. Por favor, no piensen que mi intención es causar disturbios o imponer mis puntos de vista sobre las decisiones del Cuerpo Gobernante, pues mi intención solo ha sido el utilizar mi facultad de raciocinio de la manera más objetiva y razonable para encontrar una solución a este dilema usando la oración y la Palabra de Jehová como mi guía. -Proverbios 3:5,6; Hechos 17:2,3,11; 1Juan 4:1-. Si hubiera sido mi intención apoyarme únicamente en mi opinión y entendimiento personal mis esfuerzos no hubieran sido tan diligentes ni me hubiera apoyado en las Escrituras, o hubiera acudido a ustedes. Yo estoy de acuerdo con ustedes cuando dicen que para gozar del apoyo de Dios nosotros debemos enseñar únicamente aquello que Jehová revela en su Palabra y rechazar cualquier tipo de enseñanzas basadas en la sabiduría humana y en la tradición. -Revista La Atalaya, 1 de Junio, página 14-. Pueden estar seguros que mi fe en mi Dios permanece intacta y continuaré sirviéndole, esperando con ansía el cumplimiento de sus maravillosas promesas.

Respetuosamente:

Su Hermano J. Bensen.

Acotación # 1:

El consumir secreciones como la leche es diferente a comer la sangre de un animal vivo. La leche es una secreción producto de un diseño deliberado, mientras que la sangre no lo es. El comer la sangre o la carne de un animal vivo es un ataque a la integridad física de dicho animal, mientras que el consumir una secreción como la leche no lo es. Bajo el decreto dado a Noé, cuando un animal es sacrificado para ser consumido su sangre no debe comerse.

Acotación # 2:

El que Dios haya hecho provisiones respecto al divorcio y a la poligamia no es indicativo que Deuteronomio 14:21 contiene una desviación similar de los principios de Jehová, porque esto no es parte del mismo asunto. Mas bien, el hecho que Dios haya hecho provisiones para la poligamia indica que Él en ocasiones se desvía de sus propias normas; no por que estas desviaciones sean frecuentes y comunes, sino porque están registradas en su Palabra. En el caso de la poligamia existen textos bíblicos que demuestran que esta provisión fue una desviación. Tenemos el relato del libro de Génesis que nos habla del primer matrimonio, y tenemos las palabras de Jesús que confirman que esa era la norma o propósito original. Esto es suficiente para probar que la poligamia establecida en la ley Mosaica fue una desviación de las normas de Dios. No obstante, ese no es el caso en Deuteronomio 14:21, donde se habla de comer carne de un animal que no había sido desangrado ni sacrificado para consumo humano; tal y como era el caso en la ley dada a Noé. Por lo tanto, podemos decir que no existe discordancia entre ambos textos. También, contrariamente al asunto de la poligamia, no existe algún texto bíblico y definitivo que demuestre que Deuteronomio 14:21 sea una desviación de la ley dada por Dios a la humanidad, aparte de la ley dada a Moisés. Textos como Hechos 15:28,29 no nos proveen una definición clara porque esos textos no explican nada por sí mismos; es decir, no se puede corroborar la validez de ese texto con algún otro que pudieramos encontrar en la Palabra de Dios y ese es el meollo del asunto; es decir, cuáles textos nos aplican y cómo definimos esa aplicación.

No hubo respuesta a esta carta.

Enero 10 2003

De: R. Jensen
24 Running Deer Road
Phenix City Al 36870

Para:

Watchtower Bible and Tract Society
25 Columbia Heights
Brooklyn, NY 11201

Estimados Hermanos:

Esta carta es para informarles acerca de mi renuncia como anciano. En esta carta trataré de ser directo al explicar las razones que me llevaron a tomar esa decisión, y espero que las entiendan y comprendan el porqué de mi renuncia, y espero que esta carta no sea motivo para hacer sentir mal a alguien debido a los sentimientos de desaliento y exasperación que he experimentado por causa de este tema. Mi decisión de renunciar no pretende ser una falta de respeto hacia ustedes.

Comenzando en Febrero de 1998 yo les expresé ciertas dudas y preguntas muy importantes respecto a la postura y enseñanzas que como Testigos de Jehová tenemos acerca de la sangre. Después de tener correspondencia con ustedes en varias ocasiones, en mi carta del 1 de Marzo del año 2000 expliqué con lujo de detalles el porqué mis dudas y preguntas no habían sido contestadas adecuadamente y a mi satisfacción. A pesar de esa carta, y de esfuerzos adicionales por conseguir ayuda y respuesta a estas preguntas tan vitales e importantes para mí, me di cuenta que las respuestas por parte de ustedes eran muy vagas, evasivas, y ambiguas, y se limitaban a frases como “Cada vez que ha sido necesario hacer una revisión, la Clase del Esclavo Fiel y Discreto ha visto la necesidad de tomar en consideración todos los factores, incluyendo las cosas contenidas en su carta, y la conclusión siempre ha sido la misma; es decir, que el aceptar las transfusiones de sangre entera; la aceptación de sus cuatro componentes principales - glóbulos rojos, glóbulos blancos, plaquetas o plasma, es contrario a lo que dicen las Escrituras”. Esta clase de respuestas tan vagas y abstractas no responden de manera específica, veraz, y convincente las preguntas que se han formulado, ni tampoco el decir que ciertas personas piensan de una forma y otros de otra explica y justifica las imposiciones a los que se nos ha hecho sujetos. El hablar de los factores pertinentes sin la identificación lógica y convincente de dichos factores, y las razones por las que llegaron a tomar tal decisión no es la respuesta.

Debido al tiempo, la atención y la paciencia que le he dedicado a este asunto y a ustedes, así como la gran importancia que este tema tiene y a mi petición sincera de ayuda; petición que no ha sido contestada como yo esperaba, he llegado a un estado de exasperación, y este estado ha significado grandes sacrificios en mi vida personal. El sentirme decepcionado es algo con lo que yo no estoy muy familiarizado, especialmente en un caso como este en que he acudido a la fuente que yo pensé disiparía todas mis dudas y contestaría clara y objetivamente todas mis preguntas. El no recibir respuestas satisfactorias por parte de ustedes solo ha incrementado mi exasperación y angustia.

A parte de esto debo añadir el hostigamiento del cual he sido víctima por parte de individuos que han estado llamando por teléfono a mi casa y escribiéndome, preguntando, e investigando acerca de las cartas y correspondencia que he mantenido con ustedes. Esto me ha causado mucha preocupación y angustia. Confío en que Jehová arreglará y tomará cartas en el asunto a su debido tiempo.

En verdad no puedo explicarme por qué las cosas sucedieron y terminaron así. Yo solo sé que mis preocupaciones, dudas y preguntas son sinceras y fueron presentadas a ustedes de la manera más honrada posible, siempre teniendo en mente mi lealtad a Jehová. Puedo decir que con una sola excepción las cosas permanecen igual al día en que les escribí por primera vez, y les confesé mi ineptitud a la hora de enseñar sin entender bien nuestras enseñanzas, y a la hora de contestar preguntas acerca de nuestra postura en relación a la sangre. La excepción de la que hablo tiene que ver con el hecho que debido a la ausencia de respuestas bíblicas sólidas y convincentes a mis preguntas mi conciencia ha comenzado a molestarme y a afectar mi desempeño como anciano. Los estudiantes, los publicadores, y las personas en general, tienen el derecho de saber las razones de nuestras respuestas, al mismo tiempo que los ancianos tienen la obligación de explicar nuestras razones clara y diáfanamente de la misma forma en que ellos tienen la autoridad para hacer cumplir nuestros lineamientos y preceptos. En lo personal yo no sé ni entiendo las razones que justifiquen todos y cada uno de los aspectos que tienen que ver con nuestra postura en el asunto de la sangre. Además, en honor a la justicia, debemos ser capaces de saber y dar explicaciones al mismo grado que somos capaces de imponer nuestras creencias y hacerlas cumplir. Si la expulsión por cuestión del uso de sangre es justificada, entonces debo ser capaz de explicar hasta el más mínimo detalle acerca del porqué de tal expulsión. De otra manera es mejor no enseñar cosas que no podemos explicar o entender a cabalidad. El hacer eso es esperar en Jehová y esa es la manera correcta de proceder. Es incorrecto e inapropiado pedir y exigir a la gente que se contenten con no recibir respuestas satisfactorias a las cosas que son parte de nuestras enseñanzas básicas y oficiales y que “Esperen en Jehová”. Esta experiencia ha afectado tanto mi salud que me veo obligado a solicitar mi renuncia.

Mis cartas anteriores explican detalladamente cuáles son mis sentimientos en lo referente a nuestra postura en relación al uso de la sangre para propósitos médicos. En esta ocasión concluiré mi carta haciendo dos preguntas, las cuales están basadas en lo que publicó la revista La Atalaya en su edición del 1 de Junio, página 30. Después de expresar escepticismo sobre lo complejo de aceptar derivados sanguíneos, leemos: “No podemos decir si los Cristianos deben aceptar fracciones sanguíneas provenientes de componentes como las plaquetas y el plasma”. Por eso, la pregunta obligada es: ¿Dónde da la Biblia detalles acerca de glóbulos blancos, glóbulos rojos, plaquetas y plasma? Sí, ¿Dónde especifica la Palabra de Dios que las plaquetas y el
plasma son elementos independientes de la sangre? ¿Dónde dice lo que se puede hacer o no hacer con estos componentes sanguíneos? ¿Dónde hallamos la justificación para decir que los derivados sanguíneos extraídos de la sangre ya no son sangre después de ciertos procesos? ¿Por qué llegamos a esa conclusión si estos derivados fueron sangre y parte esencial de ésta desde un principio?

Mi segunda pregunta es más básica y elemental, pero tal vez la respuesta sea más difícil y profunda; sobre todo si la relacionamos con nuestra postura referente a la sangre. Puesto que la Biblia usa a la sangre como símbolo del alma, ¿Cómo explicamos lo que es el alma basándonos en el entendimiento o definición que tenemos respecto a lo que es la sangre? El alma se conforma de dos partes, el cuerpo físico y el aliento de vida. Ambos componentes una vez que se unen constituyen una alma. Separadas ninguna de ellas es una alma. Desafortunadamente nosotros enseñamos exactamente lo opuesto en lo relacionado a la sangre cuando nos referimos a componentes “Mayores” de la sangre. Nosotros enseñamos que los componentes “Mayores” sí son sangre a pesar de estar separados de la sangre entera. Por eso les pregunto, ¿Cómo explicamos - y sobre todo justificamos de manera lógica y bíblica- esta gran contradicción? Esta pregunta es el meollo de mis preguntas e investigación, por eso les pregunto: ¿Qué es sangre desde un punto de vista bíblico?

Es muy importante tener una conciencia entrenada en los preceptos de Dios, al tiempo que vivimos nuestra vida en dedicación y lealtad a Jehová; sin embargo, el tener una conciencia hipersensitiva es otra cosa. Es posible que en el futuro yo vuelva a servir como anciano; eso solo el tiempo lo dirá. La decisión de renunciar no es algo que yo desee. Esta es una decisión que tomé a raíz de mis problemas de salud y de mis problemas de conciencia. Me fue muy difícil tomar esta decisión, y espero que no se sientan ofendidos por ello. Afortunadamente mi fe en Jehová y en sus maravillosas promesas no ha sido afectada en lo más mínimo. De hecho, es mi amor y devoción a Él lo que me dio la fuerza para ofrecer mi renuncia como anciano de mi congregación. Espero que ustedes entiendan mi dilema, y que esta decisión la tomó mi conciencia basándose en las enseñanzas que ella ha recibido de la Palabra de Dios.

Respetuosamente,

R. Jensen.

Acotación # 1:

Algunas enseñanzas bíblicas no pueden ser explicadas detallada y exhaustivamente. Una de estas enseñanzas puede ser la que nos habla de la grandeza de Dios. Aunque no podemos demostrar cuán grande es Dios, sí podemos usar la Biblia y enseñar la grandeza de Dios al grado en que la entendemos. -Salmo 90:2; Job 36:26- En casos como este no nos queda otra alternativa mas que esperar en Jehová, y esperar a que a su debido tiempo aumente nuestro conocimiento y entendimiento respecto a lo infinito que Dios es. Sin embargo, cuando se cuestionan nuestras propias deducciones, opiniones, y prácticas nosotros no podemos exigir que la gente espere en Jehová. Nosotros debemos tener explicaciones claras y concisas respecto al porqué de nuestras deducciones y conclusiones al mismo grado que imponemos esas enseñanzas y deducciones en nuestros hermanos y las hacemos cumplir. El pensar que podemos imponer algo sin justificar plena y claramente tal imposición es ilógico e irrazonable.

Acotación # 2:

A continuación presento lo que leemos en 1 Corintios 12:14-26, solo que con una pequeña variante. En vez de ser un texto que hable del cuerpo en general, lo he adaptado de tal manera que hable única y exclusivamente de la sangre:

“Porque la sangre no es un miembro sino muchos. Si el agua - de la sangre- dijera; ‘Por que no soy hemoglobina no soy sangre’ esta no es razón para decir que el agua no es sangre. O si las plaquetas dijeran: “Por que no somos glóbulos blancos no somos parte de la sangre” esa no es razón para decir que los glóbulos blancos no son sangre. Si la sangre entera solo estuviera constituida de plaquetas, ¿Dónde estaría el factor proteína? Pero ahora Dios ha unido a todos los miembros de la sangre según su voluntad. Si todos ellos fueran un solo miembro, ¿Dónde estaría la sangre? No obstante, ahora hay muchos miembros, sin embargo, solo existe una sangre. Los glóbulos blancos no pueden decir a la hemoglobina, ‘no tengo necesidad de ti’, ni tampoco pueden los glóbulo rojos decir al agua ‘no te necesito’. Debido a ello, los miembros que parecen ser más débiles son muy necesarios, y las partes de la sangre que parecen más indignas son las que tienen más gloria. Por lo tanto, Dios creo la sangre de tal manera que le dio mayor gloria a la parte que menos tenía, para que no hubiera divisiones en la sangre, sino para que todos los miembros trabajaran juntos, se complementaran y se cuidaran mutuamente, pues si un miembro sufre, todos los miembros sufren con él, o si un miembro es glorificado, todos los miembros se regocijan con él también”.

Tal y como el cuerpo humano consiste de muchos miembros que se unen para formar una unidad funcional; de igual manera, los diferentes componentes sanguíneos funcionan unidamente y de esa forma componen la sangre. La adaptación que hice de las palabras del apóstol Pablo demuestra que ningún componente individual de la sangre equivale a la sangre en sí, de la misma manera que una parte del cuerpo humano no constituye a todo el cuerpo humano. De hecho, el versículo 19 pregunta: Si todos los miembros fueran un solo miembro, ¿Dónde estaría la sangre? En vista de lo que nos dice el versículo 14, la respuesta es, si solo hubiera un miembro de los muchos miembros necesarios no habría cuerpo alguno, o en este caso, no habría sangre. Solo habría un miembro independiente, y no un cuerpo; es decir, no habría sangre. Tal y como cada miembro es necesario para que el cuerpo funcione debidamente, Jehová Dios creo todos y cada uno de los componentes sanguíneos para hacer que la sangre sea lo que es. Tal y como en el cuerpo humano, no importa el tamaño y la distinción que se le dé a los componentes sanguíneos, pues todos ellos son tan sangre como lo son los demás.

Acotación # 3:

En la página 72 del libro Usted Puede Vivir Para Siempre en el Paraíso en la Tierra leemos: “Note usted que la Biblia no dice que Dios dio al hombre una alma, sino mas bien, dice que después que Dios sopló en el hombre el aliento de la vida el hombre llegó a ser una alma viviente”. Por lo tanto, podemos decir que el hombre llegó a ser una alma, de la misma que un doctor llega a ser doctor. -1Corintios 15:45-. El polvo del suelo del que se formó el cuerpo físico no es el alma. De la misma manera, la Biblia no dice que el aliento de vida es el alma. No, eso no es así. La Biblia dice claramente que la unión de ambas cosas - el cuerpo físico y el aliento de vida- fue lo que hizo que el hombre llegara a ser una alma viviente.

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